jueves, 25 de diciembre de 2014
martes, 9 de diciembre de 2014
Apuntes sobre papel.
Remedios y recetas cotidianas.
Lo mío, lo que in-tuyo,
que albergo único sentido.
con-parte la vez sin pedir.
Remedios y recetas cotidianas.
Sos-tengo el recibo de no ser.
Partes de un puzle con pistas,
Remedio cotidianos.
Rubicundo e iracundo
es Segismundo, un vagabundo.
Amargada, más pizpireta
es la señora Enriqueta.
se da el caso de un abogado.
Huidizos y castizos son
los mellizos, de bancos suizos.
Escudero de su dinero
es el obrero, más zalamero.
Exhibicionistas de insignias
son altruistas sensacionalistas.
Con desvarió de poderío esta
el señorío del caserío.
Meticuloso y receloso es
don Meloso, el religioso.
Aglutinantes de referentes
es el expoliador de donantes.
Controlador del espectador
es Salvador, el presentador.
Gente corriente.
UN CASO SIN MOTIVOS:
El grupo que piensa en una idea común. Que todos están en el lugar equivocado. Toda culpabilidad recae en la inocente sospecha de un personaje difunto. Las pistas
son muchas, consecutivas y variadas; son certeras, evidentes y motivadoras; son ocultas,
esquivas, erróneas; empero variadas, dispares y apuntan a discreción. Los
intereses son muchos, posibilidades de traer al momento rencillas y viejas
deudas. Tramas que se enfrentan y enredan como lances de espadas. La gente
acusa a su propia sombra. Los idilios amorosos son errores del pasado, una
excusa en una caldera hirviendo, un motivo para añadir un grano de arena a
la enorme montaña. Los temas de aguas pasadas parecen que mueven molinos; los fantasmas de ayer
en ese instante se tornan en los de después, o incluso los de mañana. El
aciago destino del anfitrión eterno, en manos de ocho individuos, repentinamente
desconocidos, que desean perderse en desmanes e hipótesis sobre quién y por
qué. A caso las mentes de ninguno de estos individuos logra comprender que
no existe respuesta a pregunta retórica alguna. Pues nadie, nadie se ha
atrevido desde el primer instante, a asegurar que la mala pasada está en el
medicamento que necesitaba tomar el propietario de todo aquel lujoso revuelo.
Entonces, sucede una
auténtica velada, donde se dan cita el odio, las disputas y la hipocresía
humana. El sin vivir de un grupo de amigos desconocidos, sin dar un cierto
motivo.
viernes, 5 de diciembre de 2014
Relato: Teletransporte de la materia.
Aquel día el salón de actos del campus permanecía repleto. La expectación que se había suscitado era máxima, por motivos de que el doctor Henry Bonn Käuhser daba una conferencia sobre la presentación oficial de su proyecto. Bajo un halo de misterio, debía ofrecer la tesis de toda una vida trabajo y que él mismo había descrito con sus propias palabras: “como de una gran envergadura social”. A pesar de todo este revuelo generado en torno a su obra científica, el doctor no pensó en desvelar nada demasiado relevante. Esta cita ineludible solo era el fruto de una necesidad, la necesidad imperiosa de esclarecer sus avances y justificar el aval que la universidad le permitía desde hacía años, como físico nuclear y como catedrático emérito de la universidad.
- Estamos hartos de oír una y otra vez… -comenzó entrecortado- que la línea más corta entre dos puntos es una recta. Tal vez esta verdad sea una propiedad irrefutable para un geómetra o un matemático pero no para un físico especializado en el campo de la fisión atómica. La linealidad en el espacio tiempo, nos obliga a todos compañeros, a pensar en la estabilidad entrópica que se ha proyectado para permitir el desarrollo de la biología humana, dando como resultado las cotas más altas en la especie más avanzada hasta ahora conocida. Sin embargo, algunas de mis incursiones en los cuantos elementales, pueden arrojar luz sobre ciertas dudas de si la existencia de un cuerpo negro ideal, permiten que la nueva mecánica atisbe algunas escalas de reformulación, con respecto a las moléculas que se desenvuelven en el espacio tiempo en la relatividad general…
Justo al terminar esta breve exposición, se alzó un molesto bullicio que se extendió por la sala a la velocidad de la luz. El profesor levantó en seguida la vista un poco alterado de entre sus hojas repletas de apuntes emborronados, imaginando a un público contrariado por la necesidad de debatir sobre tantos problemas metafísicos que conllevaban una propuesta con un cariz tan adverso en la física de aquel momento.
- No estuve cinco años estudiando física cuántica para que un lunático me diga que toda la base científica actual es pura fantasía. -Se elevó una voz entre el murmullo.
- Desvaríos de una mente ilógica. – Espetó otra a continuación.- Algo más propio de un escritor de ficción como Wells que de un científico empírico.
Desde otros puntos dispares de la sala, se apresuraron más comentarios que se envalentonaban en escupir improperios en la misma línea.
- ¡La ciencia no es un chiste! –Gritaba uno jaleado por la algarabía.
- ¿Qué pretendes hacernos ver con esas hipótesis sin sentido?
- ¿Crees acaso que somos ignorantes, personas a las que puedes engañar sin más?
Las reacciones eran similares a las que siempre se había encontrado en su lugar de trabajo. Desde que comenzara, ya hace más de año y medio, había visto como un mar embravecido de críticas y comentarios despectivos, chocaban una y otra vez contra la roca de seguridad que representaba su trabajo, el parapeto en el que se había refugiado continuamente. Sin lugar a duda, su obstinación por transformar esa idea tan clara en su cabeza en algo real y palpable, era lo único que le empujaba para continuar sin descanso. Cuanto mayor se hacía la crítica, tanto mayor era el avance en su carrera de fondo. Por otro lado, comprender que todo ese revuelo era generado por la horrible forma en que resonaba el título que encabeza su proyecto, teletransporte de la materia, era entender que verdaderamente aquello congeniaba en las conciencias de aquellas personas versadas en sus estudios a pura ciencia ficción. El día anterior había trasnochado intentando arreglar los desajustes que los gráficos de mediciones le indicaban en el control del espacio y el tiempo dentro de una enorme cabina de reacción de fisión. Pero en ese instante, no encontraba fuerzas en ningún ápice de su cuerpo para enfrentarse a toda una sala repleta de hombres con batas blancas y doctos en las realidades empíricas que ofrecía las formas de la materia en la Tierra.
- Lo siento señores… -retoma algo confuso su discurso– Así no puedo exponer mi trabajo de ninguna manera posible.
Acto seguido, subió las pocas escaleras que llevaban directo hasta la salida de emergencia con la celeridad de un rayo, una huida que dejaba atrás un jaleo producto de auténticas fieras embravecidas por un mar de dudas sobre invertir el orden de los acontecimientos en el tiempo. Después de su forzado abandono por hacer comprender a los demás la novedad de su empresa, cruzó los jardines del campus hasta su santo sanctórum, la sala donde daba cabida a su magnífica idea. Dentro, nadie podía reprocharle nada. De hecho, muchos se dejaban caer por allí y excepto su joven ayudante Martin, ninguno comprendía nada de lo que veía realmente. El nombre de dicho aparato complejo, aún era algo no concretado. Y desde la muerte de su gran amigo Albert Einstein, el cual le había aconsejado en un par de ocasiones, todo parecía que apuntaba a que una teoría del todo era imposible, y que por tanto nadie creería jamás que aquello pudiera llegar a ser realizable. Henry había asimilado de forma traumática que ambos científicos se habían convertidos en dos genios incomprendidos, para el resto de la comunidad.
Nada más entrar cerró ambos batientes de la pesada puerta tras de sí. Ahora parecía respirar aliviado. La habitación estaba repleta de cables de colores, distinguiendo su verdadera importancia entre montones de tubos que se plegaban en interminables curvas. Estos a su vez, se agitaban entre laberínticas tuberías de cobre y plomo que liberaban su presión en momentos puntuales. El manómetro y los termopares no indicaban nada anormal en el funcionamiento de la reacción en la maquinaria. Había dejado todo el complejo activo por si tenía que realizar alguna demostración después de la charla. Por si aquello de una exposición oral sin resultados obvios, no era del todo efectivo. Entonces, volvió sobre sus pasos para cerrar el pestillo corredizo de la puerta y realizar algunas mediciones rutinarias complementarias, ajuntándolo todo para realizar un “desplazamiento” que es como Henry llamaba a la puesta en marcha de la enorme cabina.
Hasta ese preciso momento, a duras penas había logrado una pobre rata de laboratorio chamuscada por las terribles radiaciones y algunos pequeños objetos que se habían desplazado aparentemente de manera fortuita. Pero esta vez correría el riesgo más alto, ya que los resultados eran tan exactos que nada parecía indicar que su decisión fuera incorrecta. De este modo tomó algunas notas previas en su archivador, activó varios interruptores para llevar la máquina a pleno rendimiento y un ruidoso refrigerador alimentado con otra energía alternativa, se puso en marcha para evitar el sobrecalentamiento que producía todo el circuito eléctrico.
- Con esta última prueba, lograré demostrar al mundo que tengo razón. –Dijo en voz alta.- Una vez haya finalizado, callaré a todos esos bocazas de una vez y por todas.
Abrió la gruesa puerta de acero que daba paso a una estrecha cabina para un solo ocupante humano. Desde el interior cerró girando un volante que anclaba la puerta y pulsó el botón sin vacilar un segundo. De repente, una serie de estelas blancas y azules empezaron a envolverle. Luego aparecieron unas formas abrasivas en la piel, provocadas al generar elevadas incidencias de radiación, sobre la estructura molecular que suponía las propias células de su cuerpo biológico. Sin embargo, la instalación de una enorme resistencia proporcionaba la incidencia correcta, permitiendo que la vida no sucumbiera al impacto directo de dicha acumulación de partículas radiactivas. Observó agobiado como se elevada la temperatura. A través de un pequeño ojo de buey buscó un cambio en el exterior más estático. De manera instintiva se miró las manos que simplemente quedaban en un estado de vejez severa. Le comenzaron a pesar los brazos. Se percató de que también las piernas. Cuando no pudo más, se recostó sobre el interior de la cabina que había dejado de desprender ese calor intenso. Por último, comenzó a sentir una incomodidad por la extenuación que dio paso una bajada en el ritmo cardíaco, como si por su cuerpo pasaran de golpe los años. Asustado, observó atónito su reflejo vetusto y demacrado sobre el cristal de la ventanilla circular.
- ¡Oh, no! –Gritó sorprendido.- ¿Cómo ha podido suceder? -Sus fuerzas se vieron mermadas y aún mas su ánimo.
El rostro del Henry había envejecido decenas de años y parecía tener un lustro. En su cara tomaron forma todos los huesos que componían su cráneo, solo recubierto por una fina capa de piel repleta de manchas y arrugas. Algunos pelos blanquecinos caían débilmente por su frente, finos y livianos como si tratasen de una pluma. Esta aceleración en el proceso de envejecimiento de todas las células del doctor le produjeron un obvio deterioro en los órganos vitales. Posiblemente tenía reuma, una artritis aguda en todas sus articulaciones, protuberancias en forma de melanomas, anemia y algún problema en el aparato circulatorio. Para cuando lo encontraran estaría muerto por una vejez prematura, debido a la aceleración de su propio tiempo y no por los motivos de su verdadera búsqueda. Tan solo disponía de unos segundos de vida que le sabían a una amarga victoria muy macabra. En sus últimos pensamientos nada de eso le fastidiaba tanto, de manera irracional barajaba la idea absurda de no haber podido disfrutar de la cara de todos aquellos incrédulos al descubrir que su máquina podía desplazar cosas en el tiempo según sus ideas erróneas. Henry perecería seguro de que su trabajo era la prueba palpable de que los “desplazamientos” en el tiempo funcionaban a la perfección. Además, quedaría postrado en el lugar exacto para demostrarlo.
Una aparición repentina, de una figura antropomórfica pero enfundada en un extraño traje asoma el rostro por la escotilla para observar al viejo doctor Henry. Nada más contemplar su rostro desfigurado, pronuncia las siguientes palabras con incredulidad:
- ¡Diantres! Hemos vuelto a fallar en la hora exacta…
lunes, 17 de noviembre de 2014
Relato: 2. Esto no concreta nada.
El
despertador con su habitual toque de atención no permite un segundo de demora.
Aborda con un grito una sensación fugaz. Un pensamiento borroso, etéreo, del
pasado que le desvela de un ciclo de sueño profundo. Con intensa embriaguez
matutina, rememora una noche agitada como un coctel. Para evitar mayor retraso,
se levanta de manera apresurada. La primera intuición cuenta, o eso dicen. Está
claro que la suya hasta entonces es acertada. Beberse a sorbos un café tibio
para empezar una mañana agitada por las luces del exterior.
En
la misma salida a la calle el bullicio se hace patente. Se acerca hasta una
vetusta parada y le parece que esta decora la calle desde hace siglos. Mira el
reloj. El autobús se retrasa. Aun cuando ha subido al vehículo de horario
normalizado, el interior le reserva un sitio enmarcado entre hombres de a pie y
señoras. El autobús circula a gran velocidad por la avenida arriba como si
quisiera recuperar el tiempo perdido. Un frenazo repentino le empuja sobre un usuario
distraído. Entonces, se oyen algunas quejas, “¡Tenga más cuidado!”. Y un
maldecir a viva voz en la zona del conductor. De la nada aparece un taxi blanco
que revela una curiosa matrícula capicúa: dos, tres, tres, dos. Aquel número
trasmitía un sentir trascendental que se repetía con insistencia en su cabeza.
Tras el incidente inconsecuente, el conductor se aplica en llevarlo hasta su
propia parada entre otras.
Es
la misma entrada de un gran rascacielos elevado con una planta geométrica, regia
y a su vez, inquieta por la cantidad de vida que se agita en su interior.
Dentro,
el ascensor se eleva hasta la planta indicada por un marcador digital. Al
plegarse las dos hojas de aluminio, junto a una nota sonora, en el monótono
cubo le invade un olor agradable como una suave brisa, que se manifiesta igual
que un jardín de un millar de la bandas. La muchacha de recepción le mira algo
extrañada, sin preguntarse el por qué. “Hola, buenos días.” Dichas palabras
brotan en una voz melodiosa desde lo más profundo de su garganta. Su cuello es
fino y delicado, decorado con las formas más elegantes que jamás ha visto. En
seguida, la dueña de dicho canto dirige su mano hasta el número cinco de las
extensiones de su teléfono y un pequeño marcador rojo se enciende rápidamente.
Unas pocas palabras susurradas al altavoz del aparato y a continuación, su
figura se completa nada más levantarse de su asiento. Acto seguido, le indica: “Acompáñame,
por favor.” El contorno de una silueta curvilínea se contonea ahora con el paso
sonoro de unos tacones de vértigo. Al abrir los dos batientes de una
sofisticada puerta, deja penetrar toda la luz inmanente que se proyecta desde
los grandes ventanales del interior. Una mesa presidencial, denota que el
habitáculo es un ostentoso salón de reuniones. Varios minutos más tardes, observa
ciertas alternancias entre los individuos del personal de la entrevista que se
susurran indicaciones personales al oído. Algunos comentarios en voz alta le
dejan entre ver que le puede augurar un futuro en aquel complejo de vidas
humanas. Sin embargo, las horas se hacen lentas y el prolongado interrogatorio
pasa a un segundo plano, pues su mente aún permanece fuera. El final de la
reunión se cierra con un habitual: “ya le
llamaremos…”.
Justo
en la misma puerta le espera la recepcionista anterior con una serie de
documentos a cumplimentar según sus palabras. Sus miradas se encuentran de forma
accidentada, sin descuido, sin reparos. En cuanto vuelve sobre las hojas
entregadas, sobre las primeras páginas puede ver una nota enganchada con un
imperdible. Hojea el formulario sin contemplar nada más allá del tópico formalismo
para acceder a cualquier empresa. Entonces, la nota sujeta vuelve a hacer acto
de presencia deslizándose hasta su mano, tras haberse liberado de su opresor
metálico. Aquel trozo de papel parecía indicar que sólo una cosa era segura en
ese preciso momento. Ellos dos volverían a verse los rostros una vez más.
Mientras
la espera se hace eterna, algunas velas acompasan una tenue melodía que programa
un recorrido por los éxitos del pasado. De manera repentina, el estruendoso timbre
estropea el ambiente casi mágico que flota por toda la casa. Los preparativos
para una agradable velada están sobre la mesa y la muchacha que él desea espera
en la entrada compartiendo un pensamiento común. Tras una copiosa cena, la
música y el vino producen un efecto embriagador en las cabezas de ambos.
Después, un deseo intenso y prolongado. viernes, 14 de noviembre de 2014
Relato: 1. De madrugada.
El
móvil suena como si fuese necesario ¿acaso alguien le requiere de madrugada? Las
tenues presencia de la mañana que se manifiesta en tonos pálidos, bailan de
manera desacompasada por su habitación desordenada. Modulan ritmos de una noche
desdibujada empero destacada, nada aborrecible. Después de todo lo mejor es que
acabara tomando un café para despejarse y se enfunde en seguida, la ropa que
habla de sí de manera elegante. Es evidente que está determinado a no frenarse
en su fuga, a pesar de que un breve vistazo a la algarabía producida en su
habitación se lo sugiera. La cama es un campo de batalla. Las persianas
semibajadas, tan solo dejan entrever la luz de un preludio consecuente. Por
otro lado, las ventanas cerradas mantienen un sano olor viciado. Las notas
recogidas por toda la mesilla, indicios de un pensamiento estructurado, acaban
en el bolsillo derecho de la chaqueta. O son serios indicativos que le empujan
a hacerse con su maletín de cuero para acudir con celeridad a una recepción. En
ese preciso instante, recordar que tiene una cita con el destino, un imperativo
propio y remarcado.
En
la calle el aire es cálido pero no molesta, pues mantiene la seguridad
cotidiana o señala la contrariedad de un día diferente. La vía transitada produce
ruidos. Los ruidos conducen hasta el bordillo de una acera. Y un coche blanco
se detiene justo frente a él guiado por su mano en alza. Al subir a este, interfiere
en su realidad de sonidos de radiofrecuencias para buscar su salvoconducto
entre sus pensamientos anotados. La tarjeta de visitas, como una citación para
un lugar concreto. En contra a la voluntad propia, coge un montón de hojas
sueltas del bolsillo de la chaqueta. Repentinamente un frenazo inoportuno. Un
pitido estridente consecuente. El taxista que farfulla: “¡Dichoso los
conductores de autocares!”. Y acto seguido, observar por la ventanilla el
letrero de publicidad de unos grandes almacenes, una oferta, el número de
registro del bus con tres cifras de dos números iguales, el primero suma las unidades,
el segundo las dobla y el último difiere de ambos iguales en una unidad menos. El
suceso no le permite parar a ordenar las pequeñas hojas y los nervios le
atenazan la mano que deja escapar esos pocos apuntes sin orden. Recoger varios,
dejar alguno bajo el asiento del conductor. Intentar recuperar este trozo de papel
rezagado, le mantiene cabizbajo con la vista perdida en el suelo del vehículo.
Ahí, agachado sobre sí, un aroma le recuerda ciertas normas poco éticas durante
una noche extenuante. Sin embargo, no hay más tiempo para obnubilaciones. Pues,
el vehículo estaciona en el lugar acordado con el taxímetro en marcha. La
entrada al edificio se le hace enorme. Observar la imagen corporativa que
decora aquella lata de conservas vivientes, como un envoltorio publicitario que
imprime un magnetismo casi hipnótico. Allí le espera su futuro.
Tras
superar esa espiral recíproca de “entrada/salida”,
observar que la tónica habitual de las personas se mantiene similar a una nebulosa
de miradas furtivas. Lo primero divisar y tomar el ascensor. En un sitio
cerrado, estrecho, se puede decir que angosto, salva el aroma que se mantiene
desde haber recuperado una de sus anotaciones concretas en el dichoso taxi. Después,
las puertas automáticas dan pie a un pasillo amplio que desemboca en un enorme
mostrador, con un emblema desdibujado por un desorganizado va y ven de personas
colmadas con sus recetas cotidianas, las que les permiten permanecer al pie. Tras
el recibidor una hermosa mujer que le devuelve a un deyaví incesante y le dirige
una agradable sonrisa de complicidad. Y al entregar la tarjeta de visita, antes
esquiva y ahora en su contexto reseñado, esta le hace esperar con agradables
maneras. Unas delicadas manos femeninas que se encajan en un paréntesis positivo.
Ya se puede hacer la entrevista eterna o exhaustiva, con una intuición tan
marcada sobre un día grande. A la salida, la efusividad de la tensión acumulada
le hará sonreír como un idiota. Pero ella le devolverá una nueva mirada, de
esas que se quedan clavadas. Tras ese momento de evasión, surge una escueta
interrogación emitida a través del manos libres y desintencionadamente oír
algunas palabras sueltas. A continuación, pregunta: “¿Para cuándo la cita?” Las
miradas se encuentran con demasiada frecuencia. “Es para hoy. ¿No lo
recuerdas?” Una respuesta más breve que la pregunta y un ademán que muestra una
vez más la tarjeta. “Tal vez lo hubiera olvidado.” Ella sale de detrás para
mostrar su figura y le acompaña hasta la sala de reuniones, donde hará lo que
ha venido a hacer. En la antesala a dicha sala, en el preludio a dicho acontecimiento,
un cartel indica que el habitáculo mantiene un orden establecido para el
edificio al que ha sido asignado; pues son suficientes sus cifras como para justificar
tres formas de contarlo, en dos, en tres y en cinco veces y un solo múltiplo
como un mínimo común para las tres, el número dos, dicho resultado es además la
cifra de la suma de tres triangulares. lunes, 3 de noviembre de 2014
Apuntes sobre el papel.
Forman dos las manos y brazos que tu cuerpo requiere.
Dos son las piernas que el tronco mereciere.
Cuatro el resultado, de la suma orejas y ojos entre las
sienes.
De cada uno, uno, nariz y boca pero ésta con sus dientes.
Más, uno es el miembro que domina los placeres.
Es uno el corazón que a todos, sangre les sugiere.
Tan solo una es la cabeza que con esfuerzo los retiene.
Si seguimos con los números, acabaríamos a pares.
Cogemos estos instrumentos y formamos humanos como seres.
Y siendo esto cierto, por qué no hacer lo que uno quiere.
Por qué no realizar los sueños que la mente nos sugiere.
Un cuerpo, múltiples
objetivos.
Tormenta de caos incesante.
Peces dibujando un sentido.
Arrecife de perlas hundidas.
Riqueza en un mar abundante.
Ideas emergentes.
A los necios de sus propias conjuras
a priori de razones inducibles:
¿son materias iletradas un cese de “grises”,
cuando no se acierta con palos a las aguas?
No respondan ahora como amigos,
con burlas y mentiras de visillos.
Made in Spain.
Almas encadenadas,
sin emerger de nada.
Luces apagadas
Y defenestradas.
Lógica de la vida. (Biología).
El inicio
de una espiral
con (pre)ocupación,
sobre el final
de este renglón.
¿Ya pensaste
en lo que digo,
cuando relacionaste
lo que escribo?
Nada.
RALENTIZAR
EL TIEMPO:
Una
de dos, o me controlas tú o lo hago yo. Yo deseo mantenerme a flote a pesar de
lo que acontece. Acontece que me place tomarlo como una corriente que bate las
aspas de mi propia rueda. Rueda que rueda, decía el eco del hormigón. Hormigón
como imposible de los propios y ajenos. Ajenos a todo, al final es cuestión de
maña. Maña con las horas de sueño. Sueño con minutos de trabajo. Trabajo con el
tiempo.
martes, 14 de octubre de 2014
El abrevadero de sanación.
Hubo una vez, unos tratantes de Sevilla con
la intención de cruzar despeñaperros hasta topar con Castilla. Eran jóvenes e
impetuosos sin olvidar respetuosos. Más aquello cambiaria con su paso por una
venta de Andalucía. Se hacía de noche en el camino, algo peligroso para
cualquier viajero sin condiciones. Así es que decidieron tomar hospedaje en la
posada más cercana, una pequeña venta no muy cerca de Granada. Al llegar a la
entrada hallaron a un anciano menesteroso que pedía limosna con aspecto lastimoso.
Los jóvenes comerciantes lo vieron desvalido y pensaron que también falto de
raciocinio. Entonces quisieron gastarle una broma.
- Buenas noches, amable hombre. –Comento uno
mientras se le acercaba junto al resto de amigos.
- Buenas noches tengan ustedes caballeros,
-respondió el anciano- no podrían ayudar a este viejo enfermo, con una miserable
limosna.
- Podríamos y no con eso le solucionaríamos
la pobreza. Más si usted quiere yo le voy a contar un secreto sobre el agua de
ese abrevadero, que le solucionara el problema de su mal agüero.
- A mí que me place, señores.
- Según tengo entendido, -continuo el
comerciante, seguido muy de cerca por sus acompañantes que esperaban con
entusiasmo, ver por dónde iba a salir- beber del agua de ese lugar de caballos
cambia la situación del que la beba. Es decir, el que está enfermo, enseguida
sana; el que es pobre, de la noche al día se enriquece; y el que es triste,
enseguida se torna en alegrías.
El viejo oyó con atención su consejo. Este
que era enfermo pero no falto de entendimiento, enseguida supo que aquellos
comerciantes venían con engaño por entretenerlo en su viaje, así que les siguió
en la falacia.
- No le falta razón, querido amigo. Yo llegué
a este lugar con una condición lastimera. Solo dios y mi cuerpo saben en qué
lugar entre la vida y la muerte, me encontraba en ese instante. Más, buscaba
solución en esas aguas de las que una vez oí hablar. Luego, fue beber de las
que decís y quede salvo al instante. Si ahora creen que estoy enfermo deberían
haberme visto horas antes. –El viejo se dio golpecitos con su bastón sobre su
pierna en ademan de buena salud.
Los hombres quedaron con la duda de no saberle
contestar. Así que diéronle unos pocos trapos con algunas despedidas.
Durante la noche los comerciantes que se
alojaron en la venta decidieron probar del agua, dudosos de si aquello que
había empezado como una falacia se tornaba en realidad por aquello del azar. Pensaron
que si no por la salud, tal vez hicieran buenas las ventas que portaban en sus
jumentos. De esta forma, en cuanto vieron despejada la entrada a la venta y en
mitad de la penumbra, bajaron al abrevadero. Luego, empezaron a beber de su agua
estancada. El olor de aquel brebaje, en donde solo bebían asnos y equinos, era
nauseabundo. Mas, ninguno deseaba concluir su viaje con enfermedad alguna. Así
pues preferían beber y prevenir que curarse con sus las dudas. Luego, de haber
llenado los propios estómagos, decidieron rellenar unos pellejos para el camino.
Por si acaso.
A la mañana siguiente con el despertar, todos
ellos enfermos con un dolor que parecía provocado por los ardores del mismo
infierno. Sin embargo, no quisieron decir nada, pues sabían que aquello sería
de estigma entre hombres de mundo. No les tomaría por cabales, no les
considerarían hombres de razón. Luego, no sería honroso si narraban lo
acontecido con aquel abrevadero, donde tan solo bebían animales.
Por ende, decidieron partir con celeridad para
llegar lo más raudo a la ciudad más próxima y así, poder visitar a algún médico
que remedirá un dolor tan agudo. Si de paso se topaban al viejo vagabundo en el
mismo caminar, pues aquel ya había retomado su sendero, le recriminarían su
burla con escarnios.
Cuando habían pasado unas cuantas horas arda
travesía, entre llantos y sollozos, vieron la figura del viejo que con
insistencia pedía. Se acercaron hasta él y le dijo el mismo que inició la vez
pasada la conversación:
- ¡Maldito, perro lastimero! Tú, nos has aconsejado
con falacia. Por tu culpa hemos enfermado al beber de aquel agua de pudredumbre.
Pues, no es cierto que sea de sanación sino a lo sumo para las bestias inmundas.
El hombre en seguida recordó las palabras que
allí se hablaron. A lo hecho contestó:
- Eso que decís no es cierto, buen hombre.
Pues, de vuesas mismas palabras tome yo las mías. Vos mismos dijisteis aquel
día que bebiendo de esas aguas cambiaría mí desdicha. Más, yo que estaba
enfermo de gravedad quede enfermo de levedad. Vosotros que estabais sanos, aun
bebisteis agua y caísteis enfermos. lunes, 6 de octubre de 2014
Microrrelatos varios.
TELEGRAMA URGENTE:
ASUNTO:
Análisis minucioso.
El
arte es expresión como lo es la vida, aunque no sea tan evidente.
STOP. Yo primero soy persona, ¿y luego? STOP. Creo en las minorías
que hacen la diferencia. STOP. No cedo en cuanto mis sueños, me doy
cuenta de que no tienen precio. STOP. Protectora de animales... que
dicen tener raciocinio propio. STOP. Siempre ha habido tozudos en
todas partes, el problema son los idealistas sin rumbo fijo. STOP.
Los hay de convicción propia y de convicción ajena. STOP.
Respeto la teoría de cuerdas pero soy más de percusión. STOP.
UN HECHO AISLADO:
Durante la noche ella
había estado inquieta. Y una nota en la mesilla indica que se había marchado
con bastante prisa. Al abrirla, un nombre y un número: 66510… Mientras, observa
la cama deshecha y guarda una imagen muy intensa del momento vívido. Por
último, recuerda unas palabras que ha oído en cierto momento, en algún lugar: “Un hecho aislado puede ser un puente, sirve
para lo que finaliza pero también para lo que se inicia, pues une dos extremos
diferentes.” lunes, 29 de septiembre de 2014
2. Ejercicio de matemáticas aplicadas: Sucesiones de valores empíricos.
JUICIOS
O SUCESIÓN DE VALORES:
Para
comprobar si los resultados de este ejercicio nos pueden ofrecer una
perspectiva de contraste amplia, utilizaremos unos ejemplos de sucesiones que
relacionan sus distintos valores de tiempo y riesgo, representadosjunto a los
otros descubrimientos en una misma gráfica.
SUCESIÓN
1:
PASADO
1: En el año 1510, Copérnico realiza una serie de observaciones que describen los
movimientosde la tierra y el resto de planetas en órbitas circulares concéntricas
alrededor del Sol. Este descubrimiento se conoce como el sistema heliocéntrico
copernicano.
PASADO
2: Entre 1609 y 1628 Kepler publica una serie de obras que describen las leyes
de los movimientos precisos de los planetas en torno al punto focal del Sol,
revolucionando el sistema copernicano. Dichas leyes son: todo planeta se mueve
en forma elíptica; un rayo que va desde el Sol al planeta barre áreas iguales
de la elipse en tiempos iguales; el cuadrado del período es proporcional al
cubo de la distancia media entre el planeta y el Sol.
PASADO
3: Entre los años 1632 y 1639 Galileo formula los principios de la dinámica que
establecen la ley de la inercia defendiendo con ello la teoría heliocéntrica
del universo, elaborada por Copérnico y Kepler.
PASADO
4: En el año 1687 Isaac Newton publica los tres principios de la mecánica
clásica: principio de inercia, principio fundamental de la dinámica y principio
de acción y reacción. Este principio se establece en relación a todos los
cuerpos materiales por lo que pasan a llamarse ley de la gravitación universalbasado
en los hallazgos de Galileo y en las leyes de Kepler.
SUCESIÓN
2:
PASADO
1: En el año 1900 Planck formula una descripción matemática completa del
comportamiento de los cuerpos negros. Estos desarrollos trascienden al ámbito de
la termodinámica para constituirse en los fundamentos de la teoría de los
cuantos y de la constante universal, que relaciona la frecuencia de la
radiación emitida por un átomo con la cantidad de energía que transporta dicha
radiación, también denominada cuantos de
acción de Planck.
PASADO
2: En el año 1916 Einstein publica un artículo en el que analiza el fenómeno de
la gravitación como un campo que se curva en el continuo espacio-tiempo, así
como la no uniformidad de los movimientos aceleradores. Este marco teórico se
conoce generalmente como teoría de la relatividad general. Estas nuevas teorías
engloban sus postulados en una particularización de la mecánica
newtonianaclásica.
PASADO
3: En el año 1913 Niels Bohr describe un modelo atómico que tuvo en cuenta las
hipótesis cuánticas y relativistas apuntadas por Planck y Einstein.
PASADO
4: En el año 1923 el físico Compton descubre un fenómeno por el cual la
radiación electromagnética que incide sobre ciertas superficies sale con una
longitud de onda mayor que la que entra. Este efecto solo puede explicarse a
partir de los principios de la mecánica cuántica.
PASADO
5: En el año 1927 el físico Heisenberg demuestra que nos es posible conocer el
valor con absoluta exactitud en el marco de la física cuántica. Este principio
de incertidumbre rompe con el determinismo newtoniano y ayuda a configurar una
teoría cuántica mediante el uso de matrices.
SUCESIÓN
3:
PASADO
1: En el año 1828 Friedrich Wöhler sintetiza urea a partir de cloruro amónico y
cianuro de plata. Se rompe la división existente hasta ese momento, entre los
campos de la química y la biología.
PASADO
2: En el año 1859 Charles Darwin publica el resultado de un compendio de datos
que le llevan a formular la teoría de la evolución basada en la selección
natural. Este principio que reúne gran cantidad de datos para desarrollar algunos
conceptos sobre la herencia genética de algún tipo con referencia al
descubrimiento de Wöhler.
PASADO
3: Entre los años 1889 Francis Galton publica una serie de estudios que
relacionan la herencia genética, la influencia del medio en el desarrollo
humano y el factor hereditario en la inteligencia. Galton es también conocido
como el padre de la eugenesia y sus teorías se sustentan en las conclusiones de
su primo Charles Darwin.
PASADO
4: En el año 1939 Staudinger descubre la verdadera naturaleza de los polímeros
e introduce el término macromolécula para referirse a estas sustancias. Muchas
de las biomoléculas de los seres vivos son poliméricas, denominadas de este modo
biopolímeros.
PASADO
5: En el año 1943 OswaldAvery llega a la conclusión de que los ácidos nucleicos
son la sustancia transformadora de las células, mediante actividades
bioquímicas.
PASADO
6: En el año 1953 se descubre la estructura molecular simétrica del ADN por los
investigadores Francis Crick, James D. Watson y Maurice Wilkins.
Finalmente podemos configurar todas las sumatorias juntas sobre
una misma gráfica que relacione las sucesiones, para comprobar cómo se amplían
los valores de algunas sucesiones de juicios empíricos que se conectan por los
distintos campos del conocimiento ramificado. En este sentido, podemos observar
que al conjugar en la misma representación geométrica los valores relacionados
con la física mediante la mecánica clásica de Newton y los descubrimientos
posteriores sobre mecánica cuántica de Planck, amplían notablemente los valores
numéricos de las sucesión 2 en la rama que relaciona los juicios de física en
general, en comparación con la sucesión 3 que trata sobre biología. Esto quiere
decir que a medida que sigamos añadiendo juicios basados en teorías empíricas del
pasado y que se relacionen entre sí en distintas ramas comunes, los valores
numéricos de los descubrimientos finales serán mayores.
lunes, 22 de septiembre de 2014
1. Ejercicio de matemáticas aplicadas: Sistema de valores numéricos para juicios empíricos.
En un grupo cualquiera para buscar el
consenso, se crea un sistema de valores numéricos en torno a una serie de juicios
empíricos para valorar la mayor probabilidad y repercusión en los próximos acontecimientos.
Para realizar esta tarea se puede utilizar cualquier conocimiento adquirido con
unas bases demostrativas y empíricas mediante los hallazgos realizados en los
distintos campos del conocimiento. Después, los valores numéricos se asignan en
dos relaciones directas: una de “riesgo” y otra de “tiempo”.
Para la primera relación, los enunciados
se someten a un proceso de falsación o estudio de juicios empíricos, utilizando
la mejor aproximación a una composición semántica correcta ayudándonos de las
bases establecidas por autores como Quine, Wittgenstein o Russell. Para este factor
“riesgo”, el grupo debe llegar a un consenso previo en la adopción de cada
juicio probable como válido es decir, que se dedicará de forma directa a la falsación
y al contraste del conocimiento que se exponen inicialmente.
EJEMPLO:
1. Algunos de los componentes del grupo
han decidido formular juicios basados en la física práctica que se sustentan en
teoremas o principios de alto nivel de contraste y por tanto de menor “riesgo”
de formulación. Sin embargo, en este sentido puede ser dudoso afirmar:
“El
sol es producto de las reacciones de fusiones atómicas entre partículas de hidrógeno.”
Para el resto de componentes, los elementos que intervienen en la formación de
una estrella requieren de mayor precisión semántica y empírica, como por
ejemplo, mencionar la interacción del proceso gravitacional.
2. Otro ejemplo de mayor precisión,
sería utilizar un principio o teorema de las matemáticas aplicadas sobre
espacios geométricos que ofrecen un refugio más estable para los juicios empíricos
con menor “riesgo” de formulación. Sin embargo, en este sentido puede ser
dudoso afirmar:
“Según
el teorema de Pitágoras la suma de los catetos al cuadrado, es igual al
cuadrado de la hipotenusa.” Para el grupo de falsación es necesario
precisar en la formulación de este juicio y delimitar a qué figuras geométricas
se aplica este teorema.
Para confirmar la segunda relación que
propone un factor “tiempo”, daremos un orden cronológico a los juicios en un
espacio lineal de la historia, esto es una serie de números reales sobre una
recta real. Este orden nos asegura una serie numérica con una consecución que
comienza en uno y puede acabar en infinito, ya que cada nuevo descubrimiento
siempre pasará a la última posición de la serie numérica an=(n-1) +1
de números reales positivos en un intervalo de [1; +∞).
Sin embargo, para poder realizar juicios
futuros con un contraste numérico fiable debemos valorar los juicios pasados en
una relación inversa por su mayor grado de dificultad y repercusión en el
continuo. Esto quiere decir que si queremos definir relaciones de juicios
posibles con un valor numérico exacto y proporcional, aplicaremos una relación cronológica
inversa sujeta a la dificulta para realizar dichas conjeturas. Luego aplicaremos
una sumatoria hasta relacionar la sucesión con la actualidad. En este sentido,
podemos decir que la {sn} de juicios ordenados por su orden cronológico
en N Î R+
sobre una recta como una sucesión con un intervalo [1; +∞),
tendrá la representación de una función integral inversa. A continuación,
debemos elegir la función geométrica más adecuada para esta representar que
obedezca al orden de la sumatoria que buscamos. Al igual que ocurre en el
criterio integral de una sumatoria numérica, con una función en la que los
valores sean an=f(n) en el intervalo de [1; +∞) de
números reales y positivos, el área de curvatura de la integral debe ser siempre
divergente para evitar problemas a la hora de ampliar los valores empíricos. Por
tanto, la sumatoria que resume estas características y por consiguiente el área
de su integral serán los de una inversa en una fracción simple.
Por otro lado, la representación
geométrica de dicha curvatura deberá adaptarse a 21 dígitos consecutivos de n Î R+ que cubra todo el espectro
de la cronología humana en los siglos vividos por la historia ergo,
el valor de la fracción debe estar proporcionado a dicha gráfica.
Sin embargo, este tipo de gráfica puntúa
a aquellos juicios de descubrimientos pasados en los primeros siglos con unos valores
de unas diferencias más amplias que unos simples decimales. Dichas diferencias se puede corregir realizando el siguiente proceso. Primero, seleccionamos la parte
de la gráfica que acota el siglo que precisamos, es decir que seleccionamos los
dos valores de la gráfica que corresponden a dicho siglo. A continuación, los
relacionamos con otra función geométrica inversa, esta vez de 10 valores consecutivos para ocupar
un siglo completo, adaptando de esta forma la fracción de la integral inversa a
los diez valores numéricos de cada década en que se divide un siglo.
A partir de
ahora, podemos aplicar un valor numérico directo que relacione los juicios
empíricos para sumar los valores más atrasados en el tiempo en una sucesión que
podemos relacionar con las posibles concatenaciones que se formulan en los hallazgos o descubrimientos, con resultados de una sumatoria consecuente a
la ecuación anterior.
Como último criterio, simplemente podemos
escoger la función geométrica que corresponda al espectro que ocupa la historia
completa o al del intervalo de un siglo e incluso podemos crear nuestra propia
gráfica comparativa que incluya sucesiones en distintos campos del conocimiento.
La suma de estos juicios se reflejará de una manera lineal en orden ascendente,
ampliando los valores por el correcto transcurso de los hechos. Esto nos
permite llegar hasta las conjeturas más recientes e inclusive ponerles un valor
numérico a los juicios probables.
miércoles, 17 de septiembre de 2014
Microrrelatos: Relación de pensamiento.
EL HUECO ENTRE EL ANTÓNIMO
Y EL OXÍMORON:
El hueco entre el antónimo
y el oxímoron es ese sitio secreto que permanece cerrado al descubierto. Un
espacio sin límites de profundidad que no se acota entre medidas. En su
interior descansan las intenciones desatendidas, las lógicas sin sentido y la
felicidad innecesaria. Se dan cita los contornos desdibujados, los aires de
ficción real y el orden caótico.
Hay quien dice haber
hallado su materia inexistente. Son los tautólogos sorprendidos por bailes
estáticos de pasos que se fraccionan en múltiplos infinitos. Sin embargo, es de
todos conocidos como estas falacias son solo afirmaciones simples, ocultas por un
enorme reflejo de sombra y proyectada por el foco de una luz ciega. Es menester
por tanto, mantener al margen de la línea el contorno que sobrepasa dicho
límite, para no mirar con fijación perpetua la algarabía controlada, pues sus
efectos son reconocidos. Las prolongaciones inmediatas, los gritos enmudecidos
o la incertidumbre determinista.
PERSPECTIVAS Y
CONNOTACIONES:
Existen determinadas
constelaciones, estrellas y leyes físicas. Una forma de lenguaje en el espacio
indeterminado, legislada por distintas perspectivas en diferentes planos
relativos a los ojos que observan. Tras contemplar estas nuevas formas,
afirmaciones que certifican diferencias connotativas tan inquietantes, recuperé
el sentido sobre una estrella que se movía de manera fugaz, a cientos de
kilómetros de la Tierra. Su estela no establecía, a partir de esta nueva
perspectiva, una relación de significado directa, sino que describía una forma
aparente movida a unas velocidades a penas imperceptibles bajo el manto de
curvatura de la capa de ozono y la falsa apariencia que ofrecía la gravedad
terrestre.
Años después entendí que
las dudas siempre son razonables, pues calculadas formaban parte de la
probabilidad de ese orden llamado caos. Al fin al cabo debo reconocer que bajo
el efecto de otras miradas y desde la perspectiva de otras latitudes, aquella
misma situación no había merecido el esfuerzo descriptivo de efectos ópticos y
astronómicos. Más bien estaba relacionados con la seguridad de un mensaje
divino de diferencias culturales.
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