lunes, 31 de marzo de 2014

Relato: De hombres y demonios. Cap. 2

        
      El despertar:      
Ya en la entrada de la biblioteca, el día se presentaba sombrío y nublado, presagiando la percepción de un acontecimiento que no hacía referencia a nada en concreto pero al mismo tiempo, abría paso a dilucidar sobre el carácter de las personas que transitaban apacibles por la calle. Se paró en la antesala, una especie de recibidor, previo a la habitación en la que se mantenían sobre los estantes una parte de los ejemplares disponibles, con el típico orden alfabético. En aquella estancia, algunos libros se presentaban de manera atractiva como una especie de prólogo al verdadero contenido del edificio, de los últimos acontecimientos destacados en sociedad. Su interés por arte le llevó hasta el estante donde se daban cita autores clásicos con otros contemporáneos. Entonces, se fijó en un manuscrito en concreto, casi por un acto reflejo, diría instintivo. “Autores del renacimiento”. El libro, de un tamaño habitual a un tomo enciclopédico o un atlas geográfico, congregaba de forma analítica y ordenada, el compendio de pintores y escultores que dieron origen al mayor movimiento artístico y cultural de la historia del hombre, a pesar del oscurantismo que imperaba durante aquellos siglos. El encuentro de culturas, de interés por el conocimiento humano en todas sus excepciones, suscitaba sentimientos de cálido placer en su mente, pero nada fuera de lo común a cuando visionaba una película llamativa o leía un libro de interés general. Posaba los ávidos ojos, motivados por la búsqueda de imágenes que golpearan sobre sus recuerdos y afloraran otras sensaciones más internas. Se paró sobre algunas manifestaciones artísticas destacadas del momento, mientras su mente se deleitaba con la infinitud de significados que se hallaban entre las figuras que componían los lienzos y piedras del renacimiento. Las obras de Leonardo eran de su agrado y deleite. El ingenio de su figura. La creatividad de lo que emprendía. Y por el contrario fue la obra de otro artista, influido por este pintor italiano, quien llamó de verdad su atención. Para su disfrute personal, se encontró con el trabajo más destacado de Rafael, La escuela de Atenas. Su delicadeza y significado, conjugaban la esencia de aquel movimiento tan intelectual y profundo. La escena la componían grandes autores del pensamiento, nobles figuras de la razón humana. Filósofos atemporales y padres de la cultura occidental, bajo la atenta mirada de las representaciones divinas que regían el cariz de sus relaciones sociales. En un instante, se había integrado en la obra, se trasladó a la época, al momento de la concepción de aquel suceso, a pesar de que dichos personajes ilustres habían posado muchos años después de sus muertes, en la mente de su autor. En la escena destacaban por encima de todos a dos individuos principales. Justo en el centro del fresco. Platón. Aristóteles. Maestro y alumno destacado. Ambos componían el eje principal de la academia pero a su vez, suponían dos formas de pensamientos distintos. Leyó sobre las líneas que acompañaban a la ilustración, complementando así su idea sobre la obra.
De esta manera, había abierto un vacío en su mente. Una especie de agujero negro que comenzaba a devorar todo lo demás. De inmediato, soltó el libro y entró a la sala donde se apilaba el conocimiento. Buscó el origen del pensamiento griego. Luego, el significado de la palabra alhep. Le pareció bonito y curioso, la relación que existía entre las dos figuras que habitaban la estancia de la Signatura en el Vaticano y aquel signo hebreo. Leyó por encima alguna cosa sobre Cantor. Kepler. Galileo. Newton. Gauss. Einstein. Hasta llegar a nuestros días. Acto seguido, relaciono íntimamente, tal y como se hizo en la cultura clásica, el estudio del cosmos con el pensamiento filosófico (amor a la sabiduría). Empezó por Platón. Aristóteles. Descartes. Hume. Popper. Hasta llegar a nuestros días. A pesar de la calidez que había sugerido el inicio de esta especie de investigación, el acto de instigar en las motivaciones personales e individuales del ser humano, se tornó en cierta incomodidad por su parte, producida por las respuestas que dichas dudas planteaban, con mayores incógnitas todavía. ¿Podía existir una relación tan sutil y al mismo tiempo tan sistemática entre dos campos heurísticos dispares? El agujero negro se acrecentaba, suponiendo un cumulo de galaxias formado por multitud de planetas semánticos y resoluciones abstractas entre el infinito y sus partes. Por ende, tal y como ocurre en dicha singularidades de nuestro universo, se producían una especie de ondas de energía, resueltas en un interés por plasmar algunos pensamientos paralelos sobre el inicio de esta especie de investigación personal.                
  

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