domingo, 1 de enero de 2017

Rara avis.

UNUS PRO OMNIBUS ET OMNES PRO UNO:
Una vez pasados cuatrocientos mil años para el hombre, este se reconoce parte, sabiéndose igual a la piedra del camino. Entonces se enfrenta a su destino: hora el árbol del bosque; hora el bosque de este mismo árbol. El individuo narra la verdad de su vida en un suspiro y la enmarca en aquel cúmulo de circunstancias. Es eso lo que le permite proyectarse sobre el resto, percibir el sentido, para el cual han hecho falta cuatro mil siglos de dudoso equilibrio. De dimes y diretes en los que aún puede errar el camino.   

LA NADA EQUIVALE AL INFINITO:
Buscaba el genio en su infinito, soñando que encontraba un nuevo sentimiento. Buscaba como dentro de sí mismo sin dar con fondo, límite, ni sentido. De tanto buscar quiso topar, por abandono, con la muerte. Mas ésta viendo que buscaba sin siquiera reparar en ella, predijo un mal destino para el genio. Buscaba el genio en el infinito, allí donde todos coinciden pero nadie perdura más de lo debido.  

Está quien hizo frente a tan horrible sino, 
por combatir el miedo del finado olvido, 
al recurrir a forma: “amor cuasi divino”. 
Para estos púgiles que bruñen su coraza 
se transmuta la muerte, a conceptual melaza, 
enfrentando opuestos, como formas opacas. 

La destrucción o el amor”, es cese o cuna; 
la oscuridad o la luz, es noche o luna.

                                                Alquimia de contrastes.

AUTOR INVITADO:
Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente,
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.”

                                                      Vicente Aleixandre.
                                                     Espadas como labios.


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