domingo, 17 de enero de 2016

Metodología proyectiva: Anexo. Razones para una psicología del método.

DESARROLLO COGNITIVO INHERENTE EN LA ESTRUCTURA DEL DIAGRAMA PROYECTIVO.
Para poder plantear un desarrollo del diagrama en cuanto a un proceso propio de la psicología cognitiva, el modelo que mejor explica las posibilidades del diagrama es el de equilibración de estructuras, planteado por el psicologista Jean Piaget. Así, con la formalización que realiza Piaget de los esquemas lógicos en el desarrollo cognitivo, profundizamos en los mimos resultados que ofrece el esquema del método proyectivo, puesto que la metodología simbólica de uno no interfiere en las equilibraciones estructurales del otro y viceversa. En este sentido, la trascendencia que plantea el diagrama proyectivo refiere a un proceso evolutivo de todo el universo conocido (biológico, conductual, físico, etc.), incluyendo el propio proceso cognitivo in situ.
Para empezar debemos tener en cuenta siempre que el diagrama proyectivo plantea una simetría obvia, una parte fundamental de la figura, que se sostiene dentro del mesocosmos de manera intrínseca para denotar un binomio de causas. A diferencia de los diagramas que demuestran actividad cognitiva, representativa del ser autoconsciente, este binomio simétrico funciona simplemente como la posibilidad de interacción entre procesos bioquímicos y atómicos, algo que ya está explicado en la entrada sobre el diagrama en la realidad evolutiva, y que podríamos denominar la posibilidad de cambio o mutabilidad. Sin embargo, esta simetría una vez desarrollado el proceso cognitivo para el ser vivo intelectual, representará la función específica de los tres mundos que interfieren para el desarrollo general, al ser observados tras la síntesis que permite la geometría proyectiva. Esto queda reflejado en el primer ciclo antropológico con el diagrama del “ser autoconsciente”, en donde vemos separados por dicha función, el punto que supondrá el M3 del propio M1, a pesar de su pertenencia, dejando una clara división diametral en el M2 del ser pensante, esto último tampoco se excluye en los diagramas previos que también plantean un incipiente M2. Pero este primer esquema primitivo, presupone que el desarrollo del ser autoconsciente pasa por una especialización neuronal, algo difícil de precisar en un órgano tan moldeable, evidenciando la especialización del conocimiento acumulado, una vez ha sido rebasada la barrera de la “autocognividad”. En este enclave, de poderosa relevancia para el cambio o mutabilidad de los primeros homínidos, las apreciaciones cognitivas se limitan a representaciones simbólicas, que se hacen patente en soportes pero de una forma muy intuitiva y necesaria para la supervivencia. El desarrollo de los primeros instrumentos, convertidos en una verdadera artesanía, ya suponen un M3 inicial con una diferenciación cognitiva acentuada, respecto a la apariencia directa de la realidad física. Es el inicio de los mitos, los rituales, y del proceso de cambio mediante el cual el hombre transforma su entorno generando su propia entropía natural. Ocurre entonces, que el proceso inicial de especialización intrínseca de este mundo transita a lo que muchos han denominado la abstracción, en tanto a las representaciones significativas sobre objetos determinados asimiladas por los siguientes taxones evolutivos que llevan hasta el hombre moderno, pasando además, del propio instinto natural a la clara intuición.
A partir de aquí, la agrupaciones entre individuos que se forman gracias al poder de la experiencia del conocimiento, queda reflejado en el segundo ciclo del diagrama, con el “ser socioantropológico”, correspondiente con las primeras abstracciones y sus progresivas asimilaciones y adecuaciones, en donde pasamos de las primeras representaciones simbólicas a trasladarnos a la posibilidad de contar por adición, o aplicar distintos atributos a los materiales en los diferentes procesos de abstracciones: empíricas primero y reflexivas después. En este punto, la necesidad de conocer antes de ser engañado, es un potente motivador para la supervivencia, pues depende de ello el sustento en las primeras industrias, las del trueque.
Para el planteamiento de la abstracción reflexiva, según el punto de vista de Jean Piaget, observamos dos procesos generales que encauzan, dentro de la psicología cognitiva, la asimilación y la adecuación. Entre ambos, se demanda en este modelo un equilibrio de las estructuras esquematizadas, desde las más elementales hasta las que ofrecen una cantidad mayor de obstáculos para su modelización. Al llegar a este punto, podemos observar que el proceso de simetría que comenzó siendo una función de mutabilidad directa del entorno y de las necesidades lógicas que se derivan de los procesos de causas naturales, pasa a ser un proceso de mutabilidad mucho más directa del conocimiento que adquiere el propio hombre, gracias a su función psicológica. Por lo tanto, a partir de ahora esta línea en los procesos generales de la proyectividad, dependerá más de la actividad cognitiva que de los cambios directos del ecosistema que obligan a un proceso de evolución. En este sentido, es claramente el hombre quien regula el medio para adecuarlo a sus necesidades y no al contrario. Y ahí reside la causa fundamental para precisar el cambio en el último ciclo del diagrama, con el “ser psicosocial”.

EL POR QUÉ DEL CAMBIO EN LA EQUILIBRACIÓN DE LA ESTRUCTURA DEL DIAGRAMA.
La cuestión de modificar el entorno no sólo para adecuarlo a las necesidades de supervivencia (necesidad lógica primaria y natural), sino también para poder comprenderlo mejor (necesidad lógica secundaria intelectual), representa claramente ese “por qué” que servirá de base para el gran cambio en el desarrollo del diagrama. En un inicio, estas dos motivaciones pueden suponer grandes motores para la clara ventaja en la evolución cognitiva frente al sistema natural de la mutabilidad genética. Sin embargo, a medida que profundizamos en el conocimiento de nuestro entorno, precisamos de un mayor desarrollo de este en nuestro favor, lo que nos empuja irremediablemente a la dependencia de nuestro propio entorno estable, como si de una atalaya se tratase, desde donde poder observar en derredor. Esta especie de autoaislamiento del entorno más impredecible por un entorno más preciso, regulado ahora sí por sistemas de todo tipo, precisa a la larga de una comprensión propia, pues desarrolla tal y como podemos ver en el modelo de reequilibración maximizadora de Piaget, interacciones de tipo tal, que se alejan progresivamente con cada nuevo ciclo (o subsistemas) de la realidad, propiciando una mayor facilidad para la formalización de símbolos intrínsecos del metalenguaje del hombre. Hablamos entonces de las ciencias exactas y más concretamente de las matemáticas puras. Por lo que pasaríamos de abstracciones empíricas con observables a este tipo de abstracción reflexiva propias del M3, y que parte de sucesivos ciclos en la psique autoconsciente.
Esto nos lleva a la conclusión de que la estabilidad que proporciona un entorno concreto y su propia autoequilibración general produce un mayor grado de desarrollo en la reequilibración maximizadora del individuo cognitivo, a modo de regulación local. Del mismo modo, estaríamos afirmando la siguiente proposición demostrativa: la entropía cognitiva depende directamente de la entropía del entorno a observar. Esto es lo mismo que decir, a mayor entropía externa, se produce una mayor perturbación de la estructura cognitiva, por lo que se precisa mayor entropía cognitiva para la adecuación y la asimilación, es decir, para la reequilibración debido a la nueva interacción. Mientras que a mayor equilibrio cognitivo preceptivo, se produce una mayor fuerza negentrópica y por tanto, el impacto que supone la perturbación en el ciclo anterior de la estructura cognitiva es menor, y menor es la entropía cognitiva necesaria. De ahí se deriva por ejemplo, la precisión (o predecibilidad) de un conocimiento, planteada por Karl Popper en su metáfora de “las nubes y los relojes”.

Finalmente, el concepto de equilibración entre el objetivismo y el subjetivismo, en el tercer ciclo del diagrama proyectivo, regulado previamente por el entorno social establecido, se sustenta por una clara función de simetría que parte del equilibrio de la realidad del M1, planteado por tanto como el culmen evolutivo en un entorno regulado para el individuo que reflexiona sobre nuevos problemas cada vez más intelectuales e intrínsecos al modelo de ecosistema propio.  

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