domingo, 6 de diciembre de 2015

Relato: Siete vidas. Part. 1

De todos los animales domésticos, tal vez el felino, es decir, el gato común, puede que sea el que menos fidelidad ofrece como compañero y esto está sobradamente demostrado por casos de amigos y conocidos, que con gran consternación me han descrito como en contadas ocasiones sus adorables mascotas desaparecían sin dejar rastro, al no recibir estas su acostumbrado alimento. Sin embargo, hay veces en los que se crea un vínculo tan grande entre el animal y su amo que ni las más repentinas circunstancias han podido romper. Este razonamiento también queda ilustrado a través de anecdóticas situaciones en las que los fantásticos animales de compañía, superan multitud de adversidades para lograr encontrarse de nuevo con sus respectivos amos. Ciñéndome a esta idea, deseo contar a quienes me conocen y en mi último halito de vida, este estertor de energía que aún me sostiene, como he llegado a un punto tan trágico a pesar de mi fortaleza y esplendida salud, para lo cual los médicos que me han visto no han podido arrojar luz con un razonamiento adecuado.
En la habitación ya solo permanecemos mi amiga íntima Margaret, el doctor Lucio y yo. El doctor ha sido el último en auscultar mi delicada salud buscando respuestas. Además de tratarse de un gran amigo de la infancia.
- “Amiga Margaret, amigo Lucio, no queda tiempo para despedidas y puesto que conozco tu gran debilidad, querida, prometo que si me es posible regresaré para narrarte como es el trato al otro lado, aunque tan solo sea en sueños.”
- No digas eso amor, estoy convencida de que aún hay esperanzas, ¿verdad doctor?
- La situación es delicada y a pesar de todo siempre hay esperanza, aun en el peor de los casos.
- “¡Ah! Amigos míos. Agradezco vuestra buena intención pero tengo tan claro lo inminente de mi muerte que ya solo me queda arrojar luz finalmente sobre esta situación tan anómala y misteriosa.”
Ambos quedan en silencio, dejando la habitación más vacía de lo que realmente está. Esperan con gran expectación las palabras que van a salir de mi boca y que serán tal vez las últimas. De algún modo, presiento que es lo máximo que podré aguardar.
- “Todo empezó el quince de Abril de 1926, entonces era un joven de veintiséis primaveras, para mis tutores un impetuoso heredero. Hasta entonces, mi vida futura se planteaba como un enorme tedio ascendente, como un gran obstáculo infranqueable asignado por mi enorme fortuna. Sin embargo, pronto recibí de manos de un conocido empresario árabe a Magujo, una especie felina única y exótica traída de oriente próximo, más concretamente adquirido en un mercado de la vieja Bagdad. Tras su llegada, aquel animal revolucionó mi vida por completo. Margaret, aún recuerdo como al conocernos el animal no te causo una agradable impresión y sin embargo, te acostumbraste rápidamente a su presencia.”
- Sí, lo recuerdo con claridad, pero ¿qué tiene que ver todo eso con tu enfermedad?
- “Al final de esta historia lo comprenderán mejor, mi hermosa compañera y amigo infatigable. Tal y como aconteció, con el paso de los días sus rarezas se convirtieron para mí en peculiaridades agradables algo que nos unió más, debido a mi enfermizo pasado. Sus rasgos marcados, la extrema delgadez y sobre todo, ese ojo de color pálido, diferente a su otro órgano ocular que parecía muerto, a pesar de su excelente vista. Todos esos defectos, se convirtieron en mis propios defectos de la infancia lo que hizo que depositara con agrado un cuidado exacerbado el animal, casi como el que ofrecería a un hijo propio.”
“Tal vez el doctor Lucio estuviera algo desinformado de mi excéntrico comportamiento y por el contrario, ambos habéis podido observar a lo largo de todos estos años, el amor que procesaba por ese escuálido felino. Por otro lado, estarán al tanto de los relatos que existen sobre las más estrechas relaciones entre animal y persona, amo y mascota, cuando se crea un vínculo tan especial. Pues bien, hasta aquí todo parecía normal.”
“Habían pasado un par de años de su llegada y una noche sin más, Magujo me sorprendió en la penumbra de esta misma habitación. Yo dormía de manera apacible cuando noté un suave aliento que me cosquilleaba en la nariz. De inmediato abrí ambos ojos, producto del sobresalto que me causó la impresión de encontrar en primer lugar, dos esferas completamente negras que encerraban un pequeño brillo de cada color en su interior. En principio, no me atreví a apartar al animal de encima de mí, por lo que simplemente quedé fijo, sin pestañear, observando el fondo de esas dos bolas azabaches que me parecían hipnóticas. El gato mantenía de igual manera la mirada fija en mis ojos. Fue algo extraño, como si quisiera decirme algo. Desde aquel entonces, todo fueron una sucesión de acontecimientos que escapaban a mi propia razón.”  
- Eso espero amigo. No quiero ser impertinente pero tanto Margaret como yo, no encontramos aun conexión entre ese viejo animal, que por cierto murió hace meses y tu lamentable situación actual. 
- “Dejadme que prosiga y ambos lo comprenderéis. Un año después de la extravagante anécdota, esto es, el veinticuatro de Noviembre de 1929, caminaba por los jardines de casa. Llevaba en mi regazo al animal que dormitaba en la calidez de mi abrigo de piel un día de nevado invierno. Fue ese mismo día cuando se produjo el primero de los insólitos acontecimientos. Juntos, descendíamos por la pequeña loma, allá donde queda el mausoleo de mi familia. Me disponía a hacerle una visita a los que ya nos han dejado pero como iba yo a saber que la tarde anterior se había escapado un perro extremadamente agresivo, el mastín de los vecinos, una bestia bastante grande y peligrosa. El susto que me llevé al ver el rostro del enorme cánido, que se había refugiado en la puerta entre abierta de mi mausoleo fue tremendo y eso me hizo correr como nunca antes. Durante un breve instante, pasó por mi cabeza la horrible imagen de aquellas enormes fauces que me atrapaban, destrozando mis pobres músculos. Pero no fue a mí precisamente a quien capturó la deleznable fiera, sino a mi querido Magujo. Yo vi como lo destrozaba antes de echar a correr, ¡juro que lo vi! Pude apreciar con mis propios ojos como destrozaba al enclenque animal casi de un solo mordisco. Luego hui despavorido. Y por el contrario, esa misma noche pude oírlo maullar, en la ventana de esta misma habitación, mientras me lamentaba de la terrible perdida. Cuál fue mi sorpresa al encontrar de nuevo aquellas dos esferas negras tras el cristal, brillando hasta en la penumbra más intensa de la noche. Era un milagro, algo sacado de un cuento de la Fairy Tales. Mas no le di mayor importancia, su presencia me alegró el día y aligeró de nuevo mi sueño.”
“Pues bien, en ese mismo año unos meses después, recuerdo que me carteé con usted, ¿no es cierto Dr. Lucio?”
- Sí, ahora que lo menciona, lo recuerdo. En aquella ocasión, me pedía consejo respecto a una extraña enfermedad de los felinos. Entonces hablé con algunos amigos de la ciudad, todos reputados veterinarios. Con los pocos datos que me hizo llegar y sin haber visto al animal, mis colegas concluyeron que Magujo padecía una infección de estómago por algo que había ingerido y si no era tratado en breve, esto acabaría con su vida. Por otro lado amigo mío, no recuerdo que volviera a mencionar el tema en correspondencias posteriores. Lo tomé por mi parte, como una simple consulta y pronto lo olvidé a causa de mi continuo trabajo.
- “Exacto, no volví a mencionarlo porque Magujo sanó de manera milagrosa. Casi no podía creer como unas horas antes el animal estaba completamente inmóvil e incluso pensaba coger el coche para desplazarme a la ciudad, llevarlo a alguno de sus reputados colegas y de repente, dejó de respirar ¡Puedo asegurar con total certeza, que el animal murió entre mis manos! Aquello era tan cierto como que luego volviera a la vida sin más. Fue cuando decidido a velarlo, lo deposité en su cojín a los pies de mi propia cama. Pero de nuevo el felino volvería a sorprenderme en mitad de la noche, con sus ojos turbios y petrificados que se posaban con gran fijación sobre los míos.”
“A pesar de todo, mi escepticismo se disipó y yo mantuve aquella situación en absoluto secreto. No sabía si lo que le ocurría al gato era lo normal o por el contrario poseía una gran cualidad. Por ende, temía que fuera codicia de estudio en el gremio de la investigación científica. En días posteriores, intenté evitar cualquier situación arriesgada. No deseaba volver a pasar por otra tragedia, a pesar de la alegría que me producía observar como Magujo volvía a la vida sin problemas.”
“Con el paso de los años, aquel peculiar animal envejecía como todos, junto a mí, cándido y feliz de la vida que yo le podía ofrecer. Margaret, tú mismo fuiste testigo entonces, de cómo el animal y yo parecíamos casi inseparables. En las fiestas que daba en casa, Magujo siempre estaba presente para mi deleite y el de mis invitados que disfrutaban con las rarezas físicas del felino. Hasta que en una de estas reuniones, me ausenté durante horas sin dar explicaciones, debido a su repentina desaparición. Aquella velada no finalizó de manera agradable.”
- Como la iba a olvidar. Te encontré con ojos vidriosos en el excusado de la planta de abajo.
Me dijiste que habías decidido darle un baño a Magujo porque alguien había vertido su copa sobre el animal. Inmediatamente pensé que habías bebido más de la cuenta y lo pasé por alto.
- “La verdad es que nada de lo que te conté era cierto. Mi osado amigo había perseguido a un pequeño roedor con tan mala suerte que acabó flotando en mitad del enorme aljibe que riega mis tierras, justo en el entramado de acequias que están justo detrás de la casa. Al notar su desaparición busqué allí en primer lugar, porque sabía que aquel sitio es una gran ratonera debido al centenar de animales que atraen esas aguas estancadas, y rápidamente deduje que el gato habría seguido algo hasta su madriguera. En aquel caso tras un baño caliente el animal recuperó de forma inmediata la respiración. Tenía tan asumido que volvería a la vida que ni siquiera me preocupé. ¡Solo quería llegar a tiempo al baño para que nadie pudiera verlo muerto y aun así, no pude evitar derramar algunas lágrimas al ver su cuerpo hinchado por el agua! Pero esto fue solo el principio.”



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