lunes, 1 de septiembre de 2014

Metodología proyectiva: Razones analíticas de la realidad evolutiva.

INTRODUCCIÓN INICIAL.
Al hablar de las razones empíricas evolutivas en el diagrama sintético he procurado adaptar con claridad el desarrollo epistémico, con la síntesis de trabajo proyectivo que conduce a un proceso cognitivo complejo, en una formulación literaria. Antes de esta formulación fue necesario comprender que nuestro conocimiento almacenado puede aflorar desde el inconsciente a la conciencia activa, mediante la intuición que parecer imprecisa y sin un planteamiento analítico previo aparente. O por otro lado, puede ser un planteamiento que demuestre ser razonado y contrastado a partir de su síntesis empírica. En cualquiera caso, aún el factor intuitivo, no existe más que un proceso que ha sido previamente formulado por nuestro marco sensitivo en la mente inconsciente. Esta actividad silenciosa de la mente adaptativa, abarca un mayor grado de información respecto a nuestra concepción del mundo real en el que nos movemos, relacionando un tejido de ideas con la información recibida para darle una forma coherente a los acontecimientos de nuestra realidad cotidiana. A esta idea inicial ahora debemos sumar la evidencia de que sobre estos conceptos del conocimiento surtirá un proceso evolutivo consciente, conforme a la proposición inicial de Popper y del naturalismo epistémico en general. Aquí, hay que señalar la conducta del aprendizaje humano como un proceso orgánico de un cerebro adaptativo en estrecha relación con la mutabilidad bioquímica de la genética y que al final, se traduce en una prolongación causal y adaptativa del conocimiento in situ. Sin embargo, el uso de una consciencia activa nos ofrece la posibilidad de incidir sobre este proceso de una forma funcional, siempre que lo hagamos siguiendo el sentido común de nuestras necesidades lógicas. De lo contrario su función no deja de ser orgánica-neuronal (o bioquímica) pero contraproducente para el individuo.
En este sentido, la geometría euclidiana, usada de forma conceptual en su sentido más estricto, juega un papel fundamental en los procesos de asimilación que se desarrollan hasta la conducta humana (con el triángulo de Maxwell). De este modo, la dualidad cuántica que ofrece cada composición del mesocosmos, es claramente cartesiana lo que nos permite sincronizar cada figura con su función de simetría, señalando los patrones de de mutabilidad o de proyección cognitiva.  

EL DIAGRAMA DE UNA REALIDAD EVOLUTIVA.
Para llevar el esquema, no sólo a una virtualización personal del hombre en el continuo tiempo estable, sino a todos los ámbitos de la realidad que impera en el mesocosmos de la realidad cuántica, tendríamos que hablar de aspectos tan dispares como la química y la relación de pensamientos creativos; la bilogía evolutiva y la física teórica; la formulación de creencia en el inconsciente repetitivo y la materialización de un patrón natural selectivo y hereditario. En definitiva, relacionar todo lo que engloba al universo y además, enlazarlo con los conceptos virtuales o abstractos de la mente compleja. Este enfoque puede parecer en principio un tanto pretencioso y sin embargo, es innegable que las partes de un todo son las que consolidan su realidad (sin holismos), aunque este se presente de una forma caótica e indeterminada. Así podemos afirmar que el cuerpo humano está formado por órganos genuinos y por otras formas orgánicas que no hacen más que consolidar un organismo biológico complejo y en determinadas ocasiones indivisible para su correcto desarrollo y funcionamiento.
a)     Realidad física-atómica.
Puesto que para consolidar el diagrama como un mesocosmos que encierra la idea del hombre en un espacio tiempo cuántico determinado, hay que comenzar por un inicio virtual concreto, se puede establecer que el principio de la realidad material conocida es la realidad de un microcosmos en el que actúan necesidades básicamente lógicas y comunes, pero intangibles para la apreciación actual del ser humano. En este marco inicial se debe reproducir por tanto, una serie de acontecimientos teóricos mediante los cuales podemos proponer la concatenación de un desarrollo a partir de pruebas concluyentes en la física teórica y en la química actual, establecidas por el consenso del conocimiento más certero. Por ello, no he querido entrar en las polémicas menos resueltas en los ciclos del tiempo, la teoría del Big Bang/Crunch o de multiversos como singularidades extremas y he decidido saltar directamente de un mesocosmos vacío por su alta densidad entrópica, es decir, por su inestabilidad e incertidumbre, hasta un paso en el que la realidad de nuestro propio conocimiento empírico esté más extensamente contrastado. Una vez hemos situado el esquema en esta fase de partida, observamos que en esta realidad también actúan factores fuera de nuestro alcance conceptual y que determinan el desarrollo global de un universo físico, en evolución y sujeto a determinadas leyes aunque sea intangencialmente. En este caso, tendríamos que vaciar por completo ese hueco en el diagrama, ocupado por la actividad del organismo biológico más desarrollado conocido y con él desaparece también, los campos del conocimiento subjetivo (M2), el objetivo (M3), además del marco de experiencia o certezas. En este mesocosmos primario impera tan solo el propio marco que define al mesocosmos y el mundo físico (M1), completamente independiente al ser humano en una posición que permite la simetría del esquema, para mantener su dualidad. Estaríamos hablando entonces, del tejido de la realidad que configura el mayor porcentaje del espacio-tiempo de nuestro universo, en el que se producen acontecimientos necesarios entre neutrones, gravitones, la materia oscura, la energía oscura, etc.
Dentro de este tejido que consolida lo imperceptible, se dan por extensión otras necesidades fruto de la interacción entre elementos tangibles a una escala superior. Estaríamos hablando de los elementos generados a partir de intercambios de energía como lo son los átomos. Con la aparición de estos componentes de materia sometidos a las distintas fuerzas de interacción en forma de por ejemplo, el magnetismo, la temperatura, la gravedad o la aceleración, se producen las reacciones necesarias para dar con las condiciones que consoliden un nuevo mesocosmos ocupado por elementos más complejos como las moléculas. Estas no son más que átomos sometidos por distintos tipos de ligazón que produce la energía de cohesión del sólido. Podríamos decir en un sentido más explícito, que el universo se especializa de manera gradual en todos los campos que consolidan su propia realidad evolutiva, dando pie a ramificaciones cada vez más concretas y específicas. De este modo, habrá que empezar por observar las funciones diferenciales que existen sobre el plano geométrico que puedan servir para denominar a estos procesos atómicos, tal y como ocurre con los diagramas que interrelacionan distintos elementos (triángulo de Maxwell). Con esta conceptualización de las figuras geométricas básicas sincronizadas por su capacidad de relación entre los vértices como productores de resultados proyectivos en el plano (exclusivamente físicos en la realidad), como en la actividad cognitiva humana, se precisan las funciones fundamentales para la composición de todos los esquemas. De este modo, las figuras que dibujan los tipos de ligazón de cohesión de los sólidos las denominaremos figuras de relación simple, a pesar de que paradójicamente todas estas estructuras relacionan actividades moleculares, es decir, relaciones atómicas complejas.
- Las figuras de relación simple: En dichas figuras encontramos que al relacionar sus vértices entre sí, generan un único punto concéntrico u ortocentro que puede dar como fruto un polígono regular proyectivo. Es el caso de las pirámides con base de tres y cuatro vértices, como productos de un cuadrado o de un triángulo equilátero sobre el plano unidimensional. Para relacionar a estas formas con sus composiciones homónimas en el plano de la conducta proyectiva, utilizaremos como referencia por tanto sus vértices y los ocuparemos por pequeñas circunferencias que denoten actividad física lógica. Estas composiciones pues, engloban de manera efectiva todos esos procesos que demuestran características física atómica. Es decir, que todas estas formas relacionan tipos de ligazón de sólidos. Por ende, cada uno de los vértices o puntos que se relacionan en cada mesocosmos atómico precisa de un punto negro, el átomo; y una circunferencia dualista, la órbita de sus electrones esquematizada.   
b)     Realidad molecular.
Para diferenciar estas representaciones de composiciones geométricas en una realidad atómica, de la realidad molecular, previa a la conducta biológica, debemos realizar un trabajo más concienzudo puesto que hablamos de representaciones que presentan una misma conducta física que los átomos, pero al mismo tiempo repiten patrones de síntesis cada vez más complejas, mediante resultados muy diferentes en su finalidad autónoma específica. Esta diferenciación relativa puede compararse en una escala superior, en cuanto a la relación de los marcadores del genoma desde la perspectiva de autonomía no biológica que produce la síntesis del ARN. Por tanto, las figuras de mayor complejidad y autonomía las denominaremos figuras de relación compleja.
- Las figuras de relación compleja: Dichas figuras presentan la misma propiedad que las figuras simples y además, pueden transformar su forma proyectiva al aumentar su complejidad. Es el caso de formas geométricas como el pentágono o hexágono que relacionando sus vértices de igual modo que las figuras de relación simple, producen además, mayores figuras proyectivas que siguen el modelo concéntrico (a través de las  estrella de cinco o de seis puntas, por ejemplo), lo que produce en la geometría proyectiva dos primas piramidales de distinta base. Sin embargo, en sus formas más desarrolladas y complejas, pueden formar otros tipos de estructuras o volúmenes como el dodecaedro. Por supuesto, tal y como ocurre con las figuras de relación simple, ocuparemos todos los vértices que pueden señalar actividad física con pequeñas circunferencias duales que denotan órbita de actividad molecular esquematizada. Estas figuras con cierto carácter de “autonomía”, son pues, de gran utilidad para denominar aquellas composiciones del mesocosmos físico y prebiológico, que engloba todos esos procesos que tienen como finalidad lógica generar organismos con ciertos caracteres de autonomía por síntesis de ARN, como en los microbios, “ribo-organismos” y los virus. 
A partir de este proceso de desarrollo mediante figuras de síntesis geométricas y proyectivas, se materializa la posibilidad más certera en cuanto a las hipótesis sobre los orígenes de la vida, en la forma de un ancestro común (I.S.A.C.).         
c)      Realidad biológica y etológica.
Con el desarrollo de aquellos primeros elementos orgánicos eucariotas y procariotas, surgidos de un mismo elemento común (junto a los virus), señalaremos en el mesocosmos a ocupar la forma más simple pero más común en estas nuevas fases de actividad celular, la de un círculo, dividiéndolo diametralmente para señalar la propia división mitocondrial. A continuación, desarrollaremos dos diferenciaciones: entre las células de progresión evolutiva autótrofas y las células de progresión evolutiva heterótrofas. Producto de la simbiosis biológica entre los microorganismos eucariotas, se desarrollan nuevas formas orgánicas complejas, cada vez más específicas, por esas necesidades de mutaciones en el propio contenido genético y que generan el desarrollo de patrones hereditarios aún más diversos. Antes de nada, es necesario puntualizar que utilizaremos como base la clasificación del árbol filogenético de los seres vivos propuesta por Lynn Margulis, que establece cinco grandes reinos: los móneras, los protoctistas, los metazoos (animales), los hongos y las metafitas (plantas). Sin embargo, también es necesario aclarar que lo que verdaderamente nos interesa es el comportamiento de las especies y no la clasificación biológica de estos reinos, por lo que buscaremos una clasificación complementaria para poder progresar en la evolución de los símbolos que determinan la etología animal. Por tanto, para esta otra clasificación destacaremos principalmente, los mecanismos de conducta biológica de: las taxias, el reflejo, el instinto, el aprendizaje y el razonamiento.


Para este paso, representaremos una circunferencia menor, con el diámetro de (M1), dentro de la circunferencia mayor. Por tanto, estos son microorganismo sin ningún indicio aún de una actividad neuronal pero con patrones de comportamientos sujetos exclusivamente al ecosistema regulador. Para los siguientes taxones evolutivos, debemos continuar con una composición de una figura central que anule en cierto sentido ese efecto que se produce en la actividad cognitiva desarrollada, una interrelación de vértices. Por contra, deberemos indicar la aparición de los marcos de las diferentes referencias sensitivas que repercuten en un comportamiento básico de las taxias o de la nutrición autótrofa fotosintética del reino de las metafitas. Dicha actividad básica en el reino metazoos, se volverá más prolongada y menos instintiva, es decir, generará patrones de conducta con resultados cognitivo de aprendizaje al inicio, como ocurre con los primeros vertebrados o los moluscos. En este punto, debemos destacar aquellos organismos que gracias a un estímulo de trafaláxi producen una extrema facilitación social, dando como resultado una sociedad de castas que funciona como un único macroorganismo complejo.
Sin embargo, este mismo sistema aún continúa autorregulado por el propio ecosistema (reflejos e instintos), y hasta llegar a los primeros organismos compuestos con una actividad neuronal instintiva desarrollada, se presentan nuevos planteamientos en los que el aprendizaje gana peso progresivamente. Es decir, organismos con una conducta intelectual cada vez más especializada. Por tanto, pasaremos de animales con una conducta regida por su genética, en los gusanos por ejemplo, a una relación de aprendizaje básica; o incluso prolongada, sustituyendo los procesos del instinto animal, en los mamíferos inferiores, para llegar finalmente a un razonamiento que influye en la propia evolución del mesocosmos del ser vivo, como en mamíferos de mente superior. Para esta ocasión, seguiremos los pasos en el orden lógico en el que se derivan del proceso de la selección natural, resaltando en primer lugar, la aparición de un (M2) externo al marco de referencias sensitivas, que demuestra que dicho aprendizaje permanece sujeto a las exigencias del entrono regulador. Y en segundo lugar, destacando una relación más directa entre la propia conducta del organismo con (M2), al desplazarlo para señalar un aprendizaje prolongado y razonado. De este paso previo a la formulación de un ser autoconsciente, tan sólo hay un último cambio en la concepción del diagrama.


d)     Realidad bioantropológica.
Después de una serie de pasos evolutivos, el mesocosmos queda ocupado finalmente por un organismo con un claro planteamiento antropológico que desarrolla una capacidad de relación específica con (M2), mediante la observación de la realidad y bajo el marco de relaciones de experiencias sensoriomotrices. Este razonamiento cada vez más abstracto, es fruto de la necesidad lógica de procurar, por ejemplo, el alimento de una manera eficiente gracias a útiles efectivos. Se resuelve entonces, la conducta del homínido con una transición que recrea esa relación con el entorno sensitivo entre (M1) y un incipiente (M3), definiendo así la acuciante interacción intelectual entre estos elementos emergentes antes de crear una comprensión real en (M2) de determinados momentos virtuales, puesto que aún no existe un desarrollo estable en la asimilación autoconsciente. Dicha actividad intelectual pasaría entonces, a un intelecto que continua siendo de aprendizaje instintivo, pero que cada vez es más intuitivo gracias a la conciencia activa y a una mente empática. Por tanto, en esta fase de desarrollo el conocimiento objetivo que adquiere el individuo no posee una explicación conceptual y su representación en el (M3) aún se alinea de forma directa con el (M1) de la realidad física. De este modo, se mantiene la simetría tan necesaria para la dualidad del esquema y desvelamos como la realidad que rodea al individuo trabaja de manera virtual para el (M2) del individuo, sin conceptos claros para dar una explicación sobre lo que transcurre ante sí, es decir, trabaja con una inteligencia práctica en la toma de conciencia por subcepción. Puesto que la nueva actitud obliga al organismo a interactuar con sus propias conclusiones de certezas, esto surgiere la necesidad inconsciente pero lógica de plantear una relación certera sobre esta nueva forma de concebir la realidad, formalizando una expresión duradera que certifique la seguridad. De este modo se establece una comunicación cada vez más efectiva y que se solidifica mediante todos los matices que se formulan en el mesocosmos de los primeros hombres con un idioma hablado y sus necesidades: cantos rituales, utillaje cada vez más específico y característico, etc.
e)     Realidad socioantropológica.
A partir de este momento, y producto de la relación de ideas selectas se crea un camino más directo al (M3), gracias al propio mundo compartido y consensuado entre los individuos de una misma agrupación social. En este instante, es muy certero señalar la figura de aquellos individuos con una capacidad específica de captar y transmitir las pautas que se producen a través de ritos o ceremonias interpretativas pero que a un mismo tiempo, sirven para educar de forma eficiente la mente adaptativa de cualquier otro individuo que comparta sus mismas aptitudes cognitivas. En otras palabras, esto es lo que hoy denominamos como maestros de ceremonias, y que desempeñan una función práctica y específica en las todas las agrupaciones, interpretando y trasmitiendo de manera efectiva y en virtud del grupo la historia que se produce de la experiencia conjunta. Al mismo tiempo, esta es tal vez la diferenciación social más destacada que se manifiesta dentro de la evolución humana, frente al resto de estructuras sociales de los animales, la figura de un individuo que adopta el rol de empatizar con todos.
Por tanto, este último mundo virtual estará ocupado por todas esas manifestaciones puntuales que se producen en la mente y se recogen en el lenguaje simbólico cada vez más complejo o cualquier forma de representación creativa interpretativa. En un proceso de complejidad sustentado en este tercer mundo que en un inicio sirve para resolver aquellos problemas más inmediatos, y que acaba generando nuevos planteamientos a partir de las ideas primarias, y por extensión una cantidad superior de nuevos planteamientos aún más profundos y complejos, como lo son las ciencias formales. La posibilidad de autogenerar planteamientos virtuales se vuelve infinita dentro del marco de incertidumbres cognitiva. Esto afecta directamente a todo el mesocosmos del propio individuo ya que le obligan a interferir en sus propias mutaciones del desarrollo genético a un nivel socioantropológico, pues se produce la necesidad de consensuar cada vez más imperante, al indagar activamente en estos autoplanteamientos. El cerebro del hombre se adapta así a la concepción plena de un espacio tiempo cuántico, creando una actividad inconsciente prolongada que se adelanta a las limitaciones de unos sentidos primitivos y relacionada con su marco de certezas sensitivas cada vez más contrastadas, dentro del propio universo simbólico complejo. Para este último proceso, destaca en el diagrama la materialización de un punto virtual, no anclado en la conciencia activa del individuo, sino que se alinea de forma activa con el resto de individuos sociales. Este punto de proyección aurea, evidencia así una conducta que procesa una autopoiesis cognitiva en un organismo biológico de extrema facilitación social. Y de forma recíproca, afecta a la configuración del conjunto social que le rodea y evoluciona con él, pues de alguna forma el conocimiento que abarca el (M3), está interconectado con el conocimiento adquirido por las relaciones de trabajo cognitivo como si de un único pensamiento se tratara. En este punto, el esquema pasa a tener un desarrollo más complejo recompuesto para trasmitir la forma de facilitación social extrema y cognitiva, reformulando el diagrama con un individuo ya dependiente de dicho contraste social.
Por último, cabe destacar una configuración en el diagrama que señale a toda una colectividad de seres biológicos de diferentes especies, por su marcado desarrollo empático evolutivo. Este carácter conductual les permite cohabitar con los seres humanos. Por tanto, para esta configuración destaca la sociedad humana como condicionante interespecie, y junto a su representativo esquema social entrarían todas aquellas especies de animales que cohabitan él. Son los llamados animales de compañía o animales domésticos.   

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