INTRODUCCIÓN INICIAL.
Al hablar de las razones empíricas evolutivas en
el diagrama sintético he procurado adaptar con claridad el desarrollo
epistémico, con la síntesis de trabajo proyectivo que conduce a un proceso
cognitivo complejo, en una formulación literaria. Antes de esta formulación fue
necesario comprender que nuestro conocimiento almacenado puede aflorar desde el
inconsciente a la conciencia activa, mediante la intuición que parecer
imprecisa y sin un planteamiento analítico previo aparente. O por otro lado,
puede ser un planteamiento que demuestre ser razonado y contrastado a partir de
su síntesis empírica. En cualquiera caso, aún el factor intuitivo, no existe
más que un proceso que ha sido previamente formulado por nuestro marco
sensitivo en la mente inconsciente. Esta actividad silenciosa de la mente
adaptativa, abarca un mayor grado de información respecto a nuestra concepción
del mundo real en el que nos movemos, relacionando un tejido de ideas con la
información recibida para darle una forma coherente a los acontecimientos de
nuestra realidad cotidiana. A esta idea inicial ahora debemos sumar la
evidencia de que sobre estos conceptos del conocimiento surtirá un proceso
evolutivo consciente, conforme a la proposición inicial de Popper y del naturalismo
epistémico en general. Aquí, hay que señalar la conducta del aprendizaje humano
como un proceso orgánico de un cerebro adaptativo en estrecha relación con la
mutabilidad bioquímica de la genética y que al final, se traduce en una
prolongación causal y adaptativa del conocimiento in situ. Sin embargo, el uso
de una consciencia activa nos ofrece la posibilidad de incidir sobre este
proceso de una forma funcional, siempre que lo hagamos siguiendo el sentido
común de nuestras necesidades lógicas. De lo contrario su función no deja de
ser orgánica-neuronal (o bioquímica) pero contraproducente para el individuo.
En este sentido, la geometría euclidiana, usada
de forma conceptual en su sentido más estricto, juega un papel fundamental en
los procesos de asimilación que se desarrollan hasta la conducta humana (con el
triángulo de Maxwell). De este modo, la dualidad cuántica que ofrece cada
composición del mesocosmos, es claramente cartesiana lo que nos permite
sincronizar cada figura con su función de simetría, señalando los patrones de
de mutabilidad o de proyección cognitiva.
EL DIAGRAMA DE UNA REALIDAD EVOLUTIVA.
Para llevar el esquema, no sólo a una
virtualización personal del hombre en el continuo tiempo estable, sino a todos
los ámbitos de la realidad que impera en el mesocosmos de la realidad cuántica,
tendríamos que hablar de aspectos tan dispares como la química y la relación de
pensamientos creativos; la bilogía evolutiva y la física teórica; la
formulación de creencia en el inconsciente repetitivo y la materialización de
un patrón natural selectivo y hereditario. En definitiva, relacionar todo lo
que engloba al universo y además, enlazarlo con los conceptos virtuales o
abstractos de la mente compleja. Este enfoque puede parecer en principio un tanto
pretencioso y sin embargo, es innegable que las partes de un todo son las que
consolidan su realidad (sin holismos), aunque este se presente de una forma
caótica e indeterminada. Así podemos afirmar que el cuerpo humano está formado
por órganos genuinos y por otras formas orgánicas que no hacen más que
consolidar un organismo biológico complejo y en determinadas ocasiones
indivisible para su correcto desarrollo y funcionamiento.
a) Realidad física-atómica.
Puesto que para consolidar el diagrama como un mesocosmos
que encierra la idea del hombre en un espacio tiempo cuántico determinado, hay
que comenzar por un inicio virtual concreto, se puede establecer que el
principio de la realidad material conocida es la realidad de un microcosmos en
el que actúan necesidades básicamente lógicas y comunes, pero intangibles para
la apreciación actual del ser humano. En este marco inicial se debe reproducir
por tanto, una serie de acontecimientos teóricos mediante los cuales podemos
proponer la concatenación de un desarrollo a partir de pruebas concluyentes en
la física teórica y en la química actual, establecidas por el consenso del
conocimiento más certero. Por ello, no he querido entrar en las polémicas menos
resueltas en los ciclos del tiempo, la teoría del Big Bang/Crunch o de
multiversos como singularidades extremas y he decidido saltar directamente de
un mesocosmos vacío por su alta densidad entrópica, es decir, por su
inestabilidad e incertidumbre, hasta un paso en el que la realidad de nuestro
propio conocimiento empírico esté más extensamente contrastado. Una vez hemos
situado el esquema en esta fase de partida, observamos que en esta realidad
también actúan factores fuera de nuestro alcance conceptual y que determinan el
desarrollo global de un universo físico, en evolución y sujeto a determinadas
leyes aunque sea intangencialmente. En este caso, tendríamos que vaciar por
completo ese hueco en el diagrama, ocupado por la actividad del organismo
biológico más desarrollado conocido y con él desaparece también, los campos del
conocimiento subjetivo (M2), el objetivo (M3), además del marco de experiencia
o certezas. En este mesocosmos primario impera tan solo el propio marco que
define al mesocosmos y el mundo físico (M1), completamente independiente al ser
humano en una posición que permite la simetría del esquema, para mantener su
dualidad. Estaríamos hablando entonces, del tejido de la realidad que configura
el mayor porcentaje del espacio-tiempo de nuestro universo, en el que se
producen acontecimientos necesarios entre neutrones, gravitones, la materia
oscura, la energía oscura, etc.
Dentro de este tejido que consolida lo
imperceptible, se dan por extensión otras necesidades fruto de la interacción
entre elementos tangibles a una escala superior. Estaríamos hablando de los
elementos generados a partir de intercambios de energía como lo son los átomos.
Con la aparición de estos componentes de materia sometidos a las distintas
fuerzas de interacción en forma de por ejemplo, el magnetismo, la temperatura,
la gravedad o la aceleración, se producen las reacciones necesarias para dar
con las condiciones que consoliden un nuevo mesocosmos ocupado por elementos más
complejos como las moléculas. Estas no son más que átomos sometidos por
distintos tipos de ligazón que produce la energía de cohesión del sólido.
Podríamos decir en un sentido más explícito, que el universo se especializa de
manera gradual en todos los campos que consolidan su propia realidad evolutiva,
dando pie a ramificaciones cada vez más concretas y específicas. De este modo,
habrá que empezar por observar las funciones diferenciales que existen sobre el
plano geométrico que puedan servir para denominar a estos procesos atómicos,
tal y como ocurre con los diagramas que interrelacionan distintos elementos
(triángulo de Maxwell). Con esta conceptualización de las figuras geométricas
básicas sincronizadas por su capacidad de relación entre los vértices como
productores de resultados proyectivos en el plano (exclusivamente físicos en la
realidad), como en la actividad cognitiva humana, se precisan las funciones
fundamentales para la composición de todos los esquemas. De este modo, las
figuras que dibujan los tipos de ligazón de cohesión de los sólidos las
denominaremos figuras de relación simple, a pesar de que paradójicamente todas
estas estructuras relacionan actividades moleculares, es decir, relaciones
atómicas complejas.
- Las figuras de relación simple: En dichas
figuras encontramos que al relacionar sus vértices entre sí, generan un único
punto concéntrico u ortocentro que puede dar como fruto un polígono regular
proyectivo. Es el caso de las pirámides con base de tres y cuatro vértices,
como productos de un cuadrado o de un triángulo equilátero sobre el plano
unidimensional. Para relacionar a estas formas con sus composiciones homónimas
en el plano de la conducta proyectiva, utilizaremos como referencia por tanto
sus vértices y los ocuparemos por pequeñas circunferencias que denoten
actividad física lógica. Estas composiciones pues, engloban de manera efectiva
todos esos procesos que demuestran características física atómica. Es decir,
que todas estas formas relacionan tipos de ligazón de sólidos. Por ende, cada
uno de los vértices o puntos que se relacionan en cada mesocosmos atómico
precisa de un punto negro, el átomo; y una circunferencia dualista, la órbita
de sus electrones esquematizada.
b) Realidad molecular.
Para diferenciar estas representaciones de
composiciones geométricas en una realidad atómica, de la realidad molecular, previa
a la conducta biológica, debemos realizar un trabajo más concienzudo puesto que
hablamos de representaciones que presentan una misma conducta física que los
átomos, pero al mismo tiempo repiten patrones de síntesis cada vez más complejas,
mediante resultados muy diferentes en su finalidad autónoma específica. Esta
diferenciación relativa puede compararse en una escala superior, en cuanto a la
relación de los marcadores del genoma desde la perspectiva de autonomía no
biológica que produce la síntesis del ARN. Por tanto, las figuras de mayor complejidad
y autonomía las denominaremos figuras de relación compleja.
- Las figuras de relación compleja: Dichas
figuras presentan la misma propiedad que las figuras simples y además, pueden
transformar su forma proyectiva al aumentar su complejidad. Es el caso de
formas geométricas como el pentágono o hexágono que relacionando sus vértices
de igual modo que las figuras de relación simple, producen además, mayores
figuras proyectivas que siguen el modelo concéntrico (a través de las estrella de cinco o de seis puntas, por
ejemplo), lo que produce en la geometría proyectiva dos primas piramidales de
distinta base. Sin embargo, en sus formas más desarrolladas y complejas, pueden
formar otros tipos de estructuras o volúmenes como el dodecaedro. Por supuesto,
tal y como ocurre con las figuras de relación simple, ocuparemos todos los
vértices que pueden señalar actividad física con pequeñas circunferencias
duales que denotan órbita de actividad molecular esquematizada. Estas figuras
con cierto carácter de “autonomía”, son pues, de gran utilidad para denominar
aquellas composiciones del mesocosmos físico y prebiológico, que engloba todos
esos procesos que tienen como finalidad lógica generar organismos con ciertos caracteres
de autonomía por síntesis de ARN, como en los microbios, “ribo-organismos” y
los virus.
A partir de este proceso de desarrollo mediante
figuras de síntesis geométricas y proyectivas, se materializa la posibilidad
más certera en cuanto a las hipótesis sobre los orígenes de la vida, en la
forma de un ancestro común (I.S.A.C.).
c) Realidad biológica y etológica.
Con el desarrollo de
aquellos primeros elementos orgánicos eucariotas y procariotas, surgidos de un
mismo elemento común (junto a los virus), señalaremos en el mesocosmos a ocupar
la forma más simple pero más común en estas nuevas fases de actividad celular,
la de un círculo, dividiéndolo diametralmente para señalar la propia división
mitocondrial. A continuación, desarrollaremos dos diferenciaciones: entre las
células de progresión evolutiva autótrofas y las células de progresión
evolutiva heterótrofas. Producto de la simbiosis biológica entre los microorganismos
eucariotas, se desarrollan nuevas formas orgánicas complejas, cada vez más
específicas, por esas necesidades de mutaciones en el propio contenido genético
y que generan el desarrollo de patrones hereditarios aún más diversos. Antes de
nada, es necesario puntualizar que utilizaremos como base la clasificación del árbol filogenético de los seres vivos propuesta por Lynn
Margulis,
que establece cinco grandes reinos: los
móneras, los protoctistas, los metazoos (animales), los hongos y las metafitas
(plantas). Sin embargo, también es necesario aclarar que lo que verdaderamente
nos interesa es el comportamiento de las especies y no la clasificación
biológica de estos reinos, por lo que buscaremos una clasificación
complementaria para poder progresar en la evolución de los símbolos que
determinan la etología animal. Por tanto, para esta otra clasificación
destacaremos principalmente, los mecanismos de conducta biológica de: las
taxias, el reflejo, el instinto, el aprendizaje y el razonamiento.

Para este paso, representaremos una
circunferencia menor, con el diámetro de (M1), dentro de la circunferencia
mayor. Por tanto, estos son microorganismo sin ningún indicio aún de una
actividad neuronal pero con patrones de comportamientos sujetos exclusivamente
al ecosistema regulador. Para los siguientes taxones evolutivos, debemos
continuar con una composición de una figura central que anule en cierto sentido
ese efecto que se produce en la actividad cognitiva desarrollada, una interrelación
de vértices. Por contra, deberemos indicar la aparición de los marcos de las
diferentes referencias sensitivas que repercuten en un comportamiento básico de
las taxias o de la nutrición autótrofa fotosintética del reino de las metafitas.
Dicha actividad básica en el reino metazoos, se volverá más prolongada y menos
instintiva, es decir, generará patrones de conducta con resultados cognitivo de
aprendizaje al inicio, como ocurre con los primeros vertebrados o los moluscos.
En este punto, debemos destacar aquellos organismos que gracias a un estímulo
de trafaláxi producen una extrema facilitación social, dando como resultado una
sociedad de castas que funciona como un único macroorganismo complejo.
Sin embargo, este mismo sistema aún continúa
autorregulado por el propio ecosistema (reflejos e instintos), y hasta llegar a
los primeros organismos compuestos con una actividad neuronal instintiva desarrollada,
se presentan nuevos planteamientos en los que el aprendizaje gana peso
progresivamente. Es decir, organismos con una conducta intelectual cada vez más
especializada. Por tanto, pasaremos de animales con una conducta regida por su
genética, en los gusanos por ejemplo, a una relación de aprendizaje básica; o
incluso prolongada, sustituyendo los procesos del instinto animal, en los
mamíferos inferiores, para llegar finalmente a un razonamiento que influye en
la propia evolución del mesocosmos del ser vivo, como en mamíferos de mente
superior. Para esta ocasión, seguiremos los pasos en el orden lógico en el que
se derivan del proceso de la selección natural, resaltando en primer lugar, la
aparición de un (M2) externo al marco de referencias sensitivas, que demuestra
que dicho aprendizaje permanece sujeto a las exigencias del entrono regulador.
Y en segundo lugar, destacando una relación más directa entre la propia
conducta del organismo con (M2), al desplazarlo para señalar un aprendizaje
prolongado y razonado. De este paso previo a la formulación de un ser
autoconsciente, tan sólo hay un último cambio en la concepción del diagrama.

d) Realidad bioantropológica.
Después de una serie de pasos evolutivos, el
mesocosmos queda ocupado finalmente por un organismo con un claro planteamiento
antropológico que desarrolla una capacidad de relación específica con (M2),
mediante la observación de la realidad y bajo el marco de relaciones de
experiencias sensoriomotrices. Este razonamiento cada vez más abstracto, es fruto
de la necesidad lógica de procurar, por ejemplo, el alimento de una manera eficiente
gracias a útiles efectivos. Se resuelve entonces, la conducta del homínido con
una transición que recrea esa relación con el entorno sensitivo entre (M1) y un
incipiente (M3), definiendo así la acuciante interacción intelectual entre
estos elementos emergentes antes de crear una comprensión real en (M2) de determinados
momentos virtuales, puesto que aún no existe un desarrollo estable en la asimilación
autoconsciente. Dicha actividad intelectual pasaría entonces, a un intelecto que
continua siendo de aprendizaje instintivo, pero que cada vez es más intuitivo
gracias a la conciencia activa y a una mente empática. Por tanto, en esta fase
de desarrollo el conocimiento objetivo que adquiere el individuo no posee una
explicación conceptual y su representación en el (M3) aún se alinea de forma
directa con el (M1) de la realidad física. De este modo, se mantiene la
simetría tan necesaria para la dualidad del esquema y desvelamos como la
realidad que rodea al individuo trabaja de manera virtual para el (M2) del
individuo, sin conceptos claros para dar una explicación sobre lo que
transcurre ante sí, es decir, trabaja con una inteligencia práctica en la toma
de conciencia por subcepción. Puesto que la nueva actitud obliga al organismo a
interactuar con sus propias conclusiones de certezas, esto surgiere la
necesidad inconsciente pero lógica de plantear una relación certera sobre esta
nueva forma de concebir la realidad, formalizando una expresión duradera que certifique
la seguridad. De este modo se establece una comunicación cada vez más efectiva
y que se solidifica mediante todos los matices que se formulan en el mesocosmos
de los primeros hombres con un idioma hablado y sus necesidades: cantos
rituales, utillaje cada vez más específico y característico, etc.
e) Realidad socioantropológica.
A partir de este momento, y producto de la
relación de ideas selectas se crea un camino más directo al (M3), gracias al
propio mundo compartido y consensuado entre los individuos de una misma
agrupación social. En este instante, es muy certero señalar la figura de
aquellos individuos con una capacidad específica de captar y transmitir las
pautas que se producen a través de ritos o ceremonias interpretativas pero que
a un mismo tiempo, sirven para educar de forma eficiente la mente adaptativa de
cualquier otro individuo que comparta sus mismas aptitudes cognitivas. En otras
palabras, esto es lo que hoy denominamos como maestros de ceremonias, y que desempeñan
una función práctica y específica en las todas las agrupaciones, interpretando
y trasmitiendo de manera efectiva y en virtud del grupo la historia que se
produce de la experiencia conjunta. Al mismo tiempo, esta es tal vez la
diferenciación social más destacada que se manifiesta dentro de la evolución
humana, frente al resto de estructuras sociales de los animales, la figura de
un individuo que adopta el rol de empatizar con todos.
Por tanto, este último mundo virtual estará
ocupado por todas esas manifestaciones puntuales que se producen en la mente y
se recogen en el lenguaje simbólico cada vez más complejo o cualquier forma de
representación creativa interpretativa. En un proceso de complejidad sustentado
en este tercer mundo que en un inicio sirve para resolver aquellos problemas
más inmediatos, y que acaba generando nuevos planteamientos a partir de las
ideas primarias, y por extensión una cantidad superior de nuevos planteamientos
aún más profundos y complejos, como lo son las ciencias formales. La
posibilidad de autogenerar planteamientos virtuales se vuelve infinita dentro
del marco de incertidumbres cognitiva. Esto afecta directamente a todo el
mesocosmos del propio individuo ya que le obligan a interferir en sus propias
mutaciones del desarrollo genético a un nivel socioantropológico, pues se
produce la necesidad de consensuar cada vez más imperante, al indagar
activamente en estos autoplanteamientos. El cerebro del hombre se adapta así a
la concepción plena de un espacio tiempo cuántico, creando una actividad
inconsciente prolongada que se adelanta a las limitaciones de unos sentidos
primitivos y relacionada con su marco de certezas sensitivas cada vez más
contrastadas, dentro del propio universo simbólico complejo. Para este último
proceso, destaca en el diagrama la materialización de un punto virtual, no
anclado en la conciencia activa del individuo, sino que se alinea de forma
activa con el resto de individuos sociales. Este punto de proyección aurea,
evidencia así una conducta que procesa una autopoiesis cognitiva en un
organismo biológico de extrema facilitación social. Y de forma recíproca,
afecta a la configuración del conjunto social que le rodea y evoluciona con él,
pues de alguna forma el conocimiento que abarca el (M3), está interconectado
con el conocimiento adquirido por las relaciones de trabajo cognitivo como si
de un único pensamiento se tratara. En este punto, el esquema pasa a tener un
desarrollo más complejo recompuesto para trasmitir la forma de facilitación social
extrema y cognitiva, reformulando el diagrama con un individuo ya dependiente
de dicho contraste social.
Por último, cabe destacar una configuración en el
diagrama que señale a toda una colectividad de seres biológicos de diferentes
especies, por su marcado desarrollo empático evolutivo. Este carácter
conductual les permite cohabitar con los seres humanos. Por tanto, para esta
configuración destaca la sociedad humana como condicionante interespecie, y
junto a su representativo esquema social entrarían todas aquellas especies de
animales que cohabitan él. Son los llamados animales de compañía o animales
domésticos.