EL SOL BAJO EL TOLMEN:
¿A
caso era posible doblegar a los dioses? El instrumento concebido para realizar
dicha trampa no parecía demandar tal propósito. Parecía solo una forma de
rendir culto al último viaje del difunto. Pero durante el solsticio la luz del sol era enfocada, arrastrada hasta rozar los nichos de quienes yacían en un
descanso eterno. ¿No era eso una forma de conducirlos hasta las profundidades
de los primeros camposantos? ¿A caso no parecía un capricho de los hombres por
dominar aquellas fuerzas desconocidas? Y el tiempo inexorable daría al hombre
la razón de su afán por la curiosidad, al controlar lo que parecía inabarcable.
EL NACIMIENTO DE LOS HÉROES:
El
clan no estaba no preparado. Aún no lo estaba. Quedaba por ultimar la voz de
quien llenaba las almas con la palabra de la gloria. En este caso, la lira era
el instrumento de guerra. El que aunaba todos los pensamientos en un mismo
sentir. Un hermanamiento producto de una comunión cultural, enhebrada en versos.
Esta forma de magia quedaba reservada al “bardd”, el único y más sincero que
comprendía y transmitía la verdad de la batalla y de quienes quedaban atrapados
para inmortalidad de su palabra.
HEKATÓN BUS:
A
veces podemos sorprendernos al procurar conciliar la relación que guardan una
horrible catástrofe con un sacrificio múltiple. Cómo es posible denominar bajo
un mismo término ambas hechos tan distantes. Sin embargo, la verdad de este
fenómeno tan curioso no se halla en la centena de víctimas, aunque sea objeto común,
sino en el origen que guarda la primera “hekatombe”. Un individuo que rompió
las leyes irrefutables de las primeras matemáticas y dio nombre a esta primera
catástrofe, empujándole hasta la muerte, al destapar el horror ante quienes deseaban
gobernar la realidad de los números. En cambio, hoy sería una hecatombe
reconocida no creer que aquellos gentiles seguían en el camino correcto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario