Al
principio fue un simple bostezo matutino. Tal vez pareciera inocente.
Pero era uno de esos que se contagian tan rápido como un mal rumor,
como una virulenta enfermedad. Todo comenzó por la esposa que lo
observaba mientras se afeitaba. A continuación, la vecina que
asomada a la ventana no pudo evitar el acto reflejo. Aquello iba
camino de convertirse en una larga cadena. De inmediato, el hijo de
esta casa forzó el gesto a un compañero de clase. Luego el profesor
de mates y varios alumnos más. Así sucesivamente. Ya por la noche,
la cadena parecía llegar a su fin volviendo de nuevo a quien lo
había originado. Sin embargo, esta vez no dejó el sabor de boca
matutino. Parecía llegar con mil matices diferentes de todo el
mundo, dejando una desazón agria en el aliento. Un sabor a mentiras,
a tristeza, a desidia. Hasta embargar una multitud de sensaciones
ocultas bajo aquel inocente mecanismo.
Todo origen surge del instinto nacido,
de parto prematuro en desarrollo
tardío,
mas no sin un sentido de natural recibo.
El individuo toma enseguida lo suyo:
Más tarde, no acierta a dar con otro texto,
pues este resulta la horma de su “propi-edad”;
la toma de conciencia, su estado adscrito.
Esta rica conducta de natural estricto
queda forjada de circunstancias por escrito.
La cultura.
E-MAIL URGENTE:
DESTINATARIO: espacio_tiempo@desarrollo.es
ASUNTO: Casi no lo cuento, dice la vida inteligente. / Dígame,
¿está siendo usted mismo? No, pero a veces soy como estando. / En una comunidad se
induce a compartir y se produce el repartir. / No
sabían más que vivir en la cuarta dimensión. / Poder: Verbo intransigente que trasgrede en lo
permitido. / “No es
amor es Droga cola. No se llama felicidad sino Jefe Card.” /
AUTORES INVITADOS:
La flecha disparada por la ballesta
precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que está
a punto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece la
otra a su consorte para regocijo de la serpiente. Es así como nunca llega a
formularse la ley de gravedad.
Ana María Shua.
“Omnia cultura ex cultura.”
Emile Durkhein.
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