domingo, 4 de octubre de 2015

Relato: Psicoenergía de carga negativa.

De seguro que la teletransmisión ya rondaba la hora. Eso suponía lo de siempre.
- Lo se Cadmión. Sé que aquí soy libre de hacer lo que me venga en gana pero de vez en cuando también quiero rodearme de activos.
- Perión, tu cargo requiere de una gran responsabilidad… y no podemos ofrecérselo a cualquiera. Lo comprendes, ¿verdad? -Entona una metálica voz desde un altavoz oculto.- Imagina qué ocurriría… si descuidáramos el suministro eléctrico de todo el sector… -El interlocutor transforma el semblante para mostrar un falso rostro de espanto.
- No me vengas con esas. Aquí todo es automatizado y estoy harto de tener que matar las horas sin hacer absolutamente nada. -Aprieto el puño indignado.
- Óyeme Perión, como tu amigo te aconsejo que continúes en tu puesto. -Torna su tono condescendiente.- Y como tu jefe, te aviso de que en el Consejo todos conocen tus continuos abusos… no quiero decir más. Abandonar tú puesto de mala manera sería una pésima idea, sabes que podrías acabar en prisión… -Un diminuto dedo acusador me señala desde la pantalla del interfono. Cadmión ya conoce de mi mal carácter e inconformismo y es por eso que, a pesar de todo, no dejo de percibir cierta inseguridad en todas sus palabras.
- ¿Cómo? ¿Después de treinta años de leal servicio a esos bastardos? Mis abusos con el suministro negativo no son motivos suficientes para meterme entre rejas. Debería huir del distrito para contarle a todos lo que se cuece en esta prisión, hacerles saber cómo utilizáis a personas vivas… ¡Inactivos o como leches queráis llamarlos vosotros! ¿Qué imagen daría el Consejo entonces? ¿Eh? ¡Responde! –Mis amenazas alcanzan un volumen que sé que rayan la impertinencia.
Al esgrimir estos argumentos, asciendo unos peldaños por encima del poder de mi interlocutor a pesar de su posición administrativa directamente superior.
- Sabes que no podrías dar dos pasos sin que… eso solo empeorarías las cosas Perión… -Muestra ahora un perfil conciliador.
- Cadmión me tenéis harto… siempre con vuestras normativas en forma de amenazas. ¡Todo lo arregláis igual! -Gesticulo con desdén, mientras mantengo el tono hostil que me ha hecho dominar en la conversación hasta el momento.
- Viejo amigo, solo te pido que aguantes unos cuantos años más y luego se te ofrecerá una cláusula de prejubilación con pequeñas restricciones, ya sabes… política de privacidad, internamiento fraccionado voluntario…
- ¡Ya! -Espeto- ¡Eso mismo llevas diciendo desde hace siete años! Y la verdad Cadmión, estoy cansado de que juguéis conmigo de esta manera. -Su embaucadora oferta me parece tentadora y a pesar de ello, se de buena tinta que solo se trata de una sutil estratagema laboral.
- Tranquilízate Perión, mañana me paso por tu puesto, con un poco de exquisita pornografía y lo último en vídeo cascos neuronales. ¡Te aseguro que vas a alucinar en colores! - Sobre el reducido plasma se distingue la cara sonriente de Cadmión, como si supiese la fórmula exacta para contentarme.
- ¿Si… oye… y que tal… es la sensación…? ¿Qué trasmiten esos nuevos cascos? –Respondo rindiendo mi ánimo a la evidencia, pues sé que ha pulsado el interruptor adecuado en algún lugar de mis preferencias mentales. Entonces toda mi ira se esfuma y dejo salir una humildad casi rastrera, aflorada por el gran interés en esas últimas palabras que han sonado a música celestial.
- Ya lo probarás mañana, viejo amigo. Lo acaba de presentar la corporación Iwata en el mercado y solo te adelanto una cosa, han logrado suprimir el efecto de fatiga que causaban los antiguos vídeos cascos, tras varias horas de uso. -Termina de cubrirse de gloria ahora que ha logrado someterme.
- Está bien Cadmión, mañana nos vemos. Pero quiero que sepas que no olvido mi clausula…
- Tranquilo Perión. Nos vemos mañana y lo hablamos.
El plasma se vuelve de inmediato opaco. Durante unas breves milésimas de segundos, se aprecia la silueta de la última imagen de Cadmión en la pantalla. Y repentinamente, comienza a parpadear la luz que indica “desconexión de inactivos”, proyectando un destello amarillo sobre toda la penumbra establecida en la opresiva oficina y mi taza de sucedáneo caliente. Examino en el plano principal, encima del monitor, un led rojo que se ilumina y muestra el lugar exacto, en un mar de leds colocados estratégicamente en los distintos sectores del suministro eléctrico. Pulso sobre la amarillenta luz oscilante que se apaga y pasa de esta manera un rápido parte de incidencia mediante un correo electrónico, al centro de producción y control de psicoenergía.
- También es coincidencia… -Sostengo a la vez que salgo con celeridad.
A mi derecha me espera “Susi”, mi viejo roadseater. Tan vieja como yo.
Durante años he recorrido infinidad de veces, las desoladas galerías atestadas de cadáveres, aunque en el Consejo prefieran llamarlos inactivos. Los miles de individuos que pueblan este distrito dormitan en un estado de sueño REM inducido, para producir el grueso de la energía eléctrica que alimenta el sector, mediante el electromagnetismo humano. Muchos de estos inactivos son recogidos de entre las calles de las zonas más empobrecidas de la megalópolis. Se trata de delincuentes, prófugos, terroristas y en definitiva, inadaptados sociales. Otros, la gran mayoría, provienen del exterior y también se les denominan “infectados”. Una vez limpios de toda bacteria de mutación, son especialmente aptos para ofrecer el mismo servicio que una “pila humana”, sólo que estos producen el grueso de la energía de carga negativa que se destina al componente armamentístico. Otro ramal del uso de este tipo de electromagnetismo, es una síntesis ilegal del mismo torrente eléctrico de la carga negativa, conocida como la psicoenergía negativa. Sobre el cerebro, funciona como cualquier opiaceo, suministrado a través de vídeos cascos neuronales con ajustes en el software. Esta inyección de psicoenergía transformada, produce un falso estado psicosomático de alteración del subconsciente. Y entonces, es como abrir las puertas del cielo, navegar inmerso en inagotables océanos de sueños lucidos, repletos de fantasías ilusorias. Algunos estudiosos lo comparan a dejar salir todo el potencial oculto a nuestra conciencia, solo que esto modifica claramente el carácter de quienes la consumen. Y por supuesto, su abuso es letal. Quedas literalmente frito.
- Está es la zona de alarma… “INACTIVOS GAMMA: PSICOENERGÍA NEGATIVA.” -Leo sobre un cartel que en seguida dejo atrás.
Los innumerables años en este distrito, me conducen intuitivamente hasta el lugar exacto, sin apenas necesidad de indicaciones o de una luz ambiente. Por supuesto que reina una inmensa oscuridad, pues es una manera sencilla de ahorrar energía eléctrica que además, los inactivos nunca reclaman. Por contra, el foco móvil de mi pequeña “Susi” arroja algo de claridad por donde circulo, suficiente para mí.
- Número 0010… número 0010… ¡ahí esta! –Dirijo el foco para que señale desde el techo del vehículo sobre un nicho de vidrio colocado a cinco metros del suelo. Entonces, descubro como el supuesto nicho abierto deja escapar una cascada de líquido viscoso y verde, a través de una hendidura ancha. –Hay que joderse… está abierto de veras. Lo habitual es una falsa alarma….
De repente, resuenan unos pasos torpes, algo mas adelante. Redirijo raudo el foco y al fijar la luz se dibuja la silueta de una extraña figura humana que arrastra sus pies, tambaleándose. A medida que avanza, va dejando el mismo rastro viscoso y traslucido de su ataúd. Luego, se detiene a escasos metros. Es en ese instante, cuando aprecio unos ojos sombríos que se confunden con la oscuridad ambiente, mientras el resto del cuerpo desfigurado está completamente bañado en una amarillenta palidez, lo que resalta de algún modo todos sus huesos de forma exagerada. El inactivo deja caer la cabeza a la derecha, como un perro hambriento que husmea para rastrear el aroma de un jugoso trozo de carne. Acto seguido, abre la boca y emite un enorme gemido inteligible.
- ¡GrrrrrrhhhAAaaaal…! ¡OooooOOOrrrRR…! ¡Grrrrrrhhh!
La criatura muestra una vez más su enorme boca al desencajarse la mandíbula inferior, destrozándole por completo el rostro. Las enormes fauces babeantes revelan a la luz del foco varias hileras de incisivos escalonados, que apuntan directos hacia el monoplaza.
- ¡¡AAAAAAARRRRRRRHHHHHH!! -Un último berrido salvaje emerge de lo más profundo de su esófago, redoblando en su garganta para sacudirse de forma espeluznante en mis oídos.
La aberración esquiva la luz del foco con un enorme salto, fundiéndose en la profundidad de la negrura y unos milisegundos después, cae sobre el techo de mi roadseater de forma precipitada. El foco queda apagado del improvisado pisotón. Pero el impacto sobre el vehículo me devuelve en sí. Como un acto reflejo, llevo el pie sobre el acelerador con ímpetu. Y tras un breve chirrido de las ruedas, Susi sale disparada con un suave traqueteo, mientras deja atrás el sonido amortiguado que delata la caída del infectado. En seguida, se dibuja una salida en mi mapa mental de la zona. Sin embargo, el problema supone encontrar esa misma salida en medio de esta horrible situación, en la que se ponen a prueba mis verdaderos conocimientos sobre el maldito distrito, ¿conseguiré alcanzar la salida en la más absoluta oscuridad? Hasta el momento, recuerdo que este tramo es continuado y sin obstáculo, pero también sé que a cien metros de distancia aparecerá una bifurcación que divide el camino. Susi debe girar entonces a la izquierda. ¿Seré capaz de calcular el momento exacto en el que debo maniobrar con pericia? Como solución, decido sincronizar el control de los mandos del vehículo mediante un recuento mental y realizar así una maniobra a ciegas en los últimos metros de distancia.
- Veinte, diecinueve, dieciocho… -Comienzo la cuenta atrás y mi corazón se acelera vertiginosamente.– …diecisiete, dieciséis, quince… -Pero en ese instante llega la duda.– ¿Eran realmente cien metros…? ¿O de lo contrario eran doscientos? –Me pregunto en voz alta.
Es curioso como nunca antes he sido consciente hasta ahora de mi pasividad frente a la lobotomía a la que me he estado sometiendo con mis continuos abusos. Mis intentos por recordar la distancia exacta me devuelven una única verdad, comprender que es demasiado tarde. Esa dichosa carga negativa a abotargado mis recuerdos y todo queda borroso, en una nube de terror. No es justo que mi vida penda de un recuerdo maltratado.
- Maldita seas Cadmión, finalmente te saldrás con la tuya…


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