domingo, 25 de octubre de 2015

Alquimia vital: Efecto novedad.

Revisando viejos apuntes, me he decidido a resucitar esta sección antigua, por motivos evidentes. Estos ejercicios prácticos son de algún modo la culminación de la metodología proyectiva, solo que la sección en sí misma se presentó en el tiempo como un proyecto anterior y diferente. Sin embargo, es imposible separar ambos proyectos que se transforman así en una especie de ensayo teórico-práctico, sobre la creatividad y el pensamiento cognitivo en general. 

MICRORRELATO VITALISTA: LOS DOS COMEDIANTES.
Dos comediantes ofrecen un mismo espectáculo con una ligera diferencia, uno actúa primero mientras el otro tiene un guión más ingenioso y unas actividades más divertidas. Sin embargo, el primero arrasa en sus actuaciones allá donde va y el segundo no completa siquiera el aforo, a pesar de que el público se lo pasa genial. Ambos actúan con muy poco margen de tiempo entre sus funciones, coincidiendo casi siempre en los mismos lugares públicos. A pesar de ello, con el tiempo se regulan las ventas de entradas y ambos empresarios obtienen las mismas respuestas del público asistente. A pesar de que el primer espectáculo sigue siendo de peor calidad que el segundo.

EXPLICACIÓN RACIONAL:
Explicado con palabras de un conocimiento colectivo (primera entrada de esta sección, “alquimia vital”), en el caso de los comediantes no se aplica el popular dicho que reza: “Quien ríe ultimo ríe mejor”, sino más bien todo lo contrario: “Quien golpea primero, golpea dos veces”, expresión originaria del boxeo.
Sin embargo, quiere explicar este hecho, de una forma más lógica y racional, la necedad del ser humano ante lo que infiere de forma sorprendente en la cotidianidad, es decir, lo que Heidegger llamaría la avidez de novedades. Esta forma de ver en el mundo circundante está caracterizado principalmente por tres elementos constitutivos: el no demorarse o excitación por lo nuevo; la disipación en nuevas posibilidades y en ninguna concreta (y estas dos fundan el tercer carácter); el estar en todas partes y en ninguna al mismo tiempo o lo que el pensador alemán llama la “falta de paradero”. Estos conceptos sociales que se rigen por la pura habladuría, son muy familiares en el mundo del marketing, lo que es aprovechado por grandes empresas para trazar estrategias de mercado a la hora de dar salida a nuevas ideas.

EJEMPLOS PRÁCTICOS COTIDIANOS:
Para terminar de esclarecer este concepto podemos nombrar cinco casos ejemplares:
  • La novedad en cuanto a las actualizaciones en el mercado tecnológico.
  • La novedad en cuanto a la publicidad viral en internet.
  • La novedad en cuanto a las programaciones televisivas.
  • La novedad en cuanto shows y espectáculos culturales.
  • La novedad en cuanto a rumores o a fama efímera.
Y seguro que podemos nombrar unas cuantas más.
Estos hechos que afectan a cada individuo como sujetos cognitivos o como colectivos, también serían enmarcados en psicología del pensamiento, por el belga Jean Piaget, como aquellas perturbaciones que irrumpen en el esquema de equilibrio cognitivo, ante una manera de interactuar en lo cotidiano que tan solo busca lo sorprendente y sin reparar demasiado en ellas.


domingo, 18 de octubre de 2015

Metros castellanos.

Prestidigitadores en palabras 
a cuantos hechos teatralizados. 
Hilvanados, de voces, adobados 
por valor en mil así pronunciadas. 

Prestidigitadores en secuencias, 
 duchos en duelos a primeras sangres, 
 recelosos de crudeza en lances. 
Obsesos devotos de la violencia. 

Prestidigitación en melodías 
 artes que convocan a gestarías. 

                                             Prestidigitación.

No hay más falta a uno mismo 
que la adopción del masoquismo, 
frente al dolor del onanismo. 

Para mayor fatalidad, 
no se adopta la vanidad 
por abrazar la vacuidad. 

Construir de la nada requiere 
 imaginación inspirada 
que no falacia pertrechada. 
                              
                                           Proverbios y cantares.

Ante tanta gente se esgrime, 
velada mentira que conforta. 
Mas no deja esta su impronta, 
hasta que su virtud nos importa: 
“a falta de pan buenas son tortas”
                                               
                                      Un Mal menor.

EL AUTOR INVITADO:
Se miente más de la cuenta
por falta de fantasía:
también la verdad se inventa.
                                                  
                                                           Proverbios y cantares.
                                                    Antonio Machado.


domingo, 11 de octubre de 2015

Microrrelatos vitalistas

LAS FÁBULAS TIENEN GRACIA.
Las fábulas tienen gracia, porque siempre refieren a la verdad en la conducta animal. El zorro astuto, la lechuza te vigila, la liebre corre nerviosa o la tortuga siempre flemática. La hormiga tan trabajadora y la corneja astuta. El lobo que acecha… está bien, ya se comprende. Sin embargo, para el bosque todos configuran un mismo órgano vivo que se nutre de sus propias desgracias internas. Es la ley de la vida. Pero, ¿qué pasaría si diéramos verdadera conciencia al animal que dormita en la agreste “boscosidad”? ¿Qué ocurriría si despertáramos esa chispa de contemplación sobreestimada de sí, en el primer ejemplar del bosque? Es muy probable que huyera en seguida, pues su hábitat se habría transformado en una amenaza para su propia supervivencia. “No hay motivos para asustarse,” -le dijo el árbol al homínido- “tú ya has bajado de aquí, ya estás en el suelo y la caída será en tu propio seno.”
Ahora las cosas son distintas. Los animales cantan y las personas se complican. Quiso la suerte del hombre que fuera así. Mas no os equivoquéis porque la fábula sigue. La oveja solitaria asustadiza, el león jerárquico, la rata escurridiza, el sapiens… No es tan fácil, ¿verdad?   

REGALO VOCACIONAL.
Hace un tiempo acudí hasta la casa de un afamado retratista. “Se realizan por encargo retratos del ser amado”, rezaba un cartel a la entrada del estudio. Una vez hube entrado al “sancta sanctorum”, allí donde seguro congelaba el tiempo el pintor, de centenares de rostros petrificados que imaginaría ver, me sorprendí al descubrir, por contra, que todos los lienzos que colgaban de sus paredes, nada más que contenían caracteres. No por ello, eran menos hermosas las letras que este había plasmado sobre los distintos lienzos, en algún lenguaje ilegible pero muy ornamentados. A mi llegada el hombre ya mezclaba los colores sobre la paleta, esperando un nuevo encargo. En seguida se fijó en mí y sin mediar palabra, me animó con un enérgico ademán a tomar asiento sobre una banqueta, justo en el centro de la habitación. Cuando empezó a trabajar en su obra, este misterioso y mudo personaje desapareció entre su caballete y la paleta, con lo que su presencia se volvió aún más silenciosa. Sin dirigir la mirada hacia mí en ningún momento, como si trabajara por intuición, aquel hombre no pareció volver a la realidad de la habitación, hasta haber resuelto su obra. Después, con una enorme sonrisa me instó a aproximarme para comprobar así su trabajo supuestamente terminado. Al plantarme frente al cuadro, comprobé como había usado el mismo proceso en mi retrato que para el resto de obras presentes. Había combinado formas y colores sencillamente, lo que daba lugar a un hermoso “cartel” al óleo, que refería a la extraña tipografía de cuerpo tan colorido. Para cada palabra completa, había utilizado un color primario en el contenido de sus caracteres. Y en el centro se entrelazaban todos estos en gran armonía, dando forma a nuevos caracteres de un color intermedio, un blanco casi luminoso. Tan sólo tras haber fijado bien la mirada sobre el centro de la composición, comprendí las palabras que lo conformaban y por ende, el significado de aquel gesto que entonces me pareció bastante altruista. Eran pues, aquellos vocablos tres adjetivos: “Responsabilidad”, “Autodisciplina” y “Educación” que con sus correspondientes colores, tal y como ya he explicado, determinaban tres verbos formulados justo en el centro: “Reutilizar”, “Ahorrar” y “Estudiar”. Sólo entonces pude recordar al susodicho “ser amado”.


P.D.: En lo sucesivo, pude contemplar cómo sobre aquel increíble lienzo se distinguían distintas palabras, dependiendo de las ocasiones y del contexto de sus espectadores. Y es que tal y como sostienen los que saben de ello, el criterio está en el ojo del que mira. Y en mi caso, definiendo mi “RAE personal”.

domingo, 4 de octubre de 2015

Relato: Psicoenergía de carga negativa.

De seguro que la teletransmisión ya rondaba la hora. Eso suponía lo de siempre.
- Lo se Cadmión. Sé que aquí soy libre de hacer lo que me venga en gana pero de vez en cuando también quiero rodearme de activos.
- Perión, tu cargo requiere de una gran responsabilidad… y no podemos ofrecérselo a cualquiera. Lo comprendes, ¿verdad? -Entona una metálica voz desde un altavoz oculto.- Imagina qué ocurriría… si descuidáramos el suministro eléctrico de todo el sector… -El interlocutor transforma el semblante para mostrar un falso rostro de espanto.
- No me vengas con esas. Aquí todo es automatizado y estoy harto de tener que matar las horas sin hacer absolutamente nada. -Aprieto el puño indignado.
- Óyeme Perión, como tu amigo te aconsejo que continúes en tu puesto. -Torna su tono condescendiente.- Y como tu jefe, te aviso de que en el Consejo todos conocen tus continuos abusos… no quiero decir más. Abandonar tú puesto de mala manera sería una pésima idea, sabes que podrías acabar en prisión… -Un diminuto dedo acusador me señala desde la pantalla del interfono. Cadmión ya conoce de mi mal carácter e inconformismo y es por eso que, a pesar de todo, no dejo de percibir cierta inseguridad en todas sus palabras.
- ¿Cómo? ¿Después de treinta años de leal servicio a esos bastardos? Mis abusos con el suministro negativo no son motivos suficientes para meterme entre rejas. Debería huir del distrito para contarle a todos lo que se cuece en esta prisión, hacerles saber cómo utilizáis a personas vivas… ¡Inactivos o como leches queráis llamarlos vosotros! ¿Qué imagen daría el Consejo entonces? ¿Eh? ¡Responde! –Mis amenazas alcanzan un volumen que sé que rayan la impertinencia.
Al esgrimir estos argumentos, asciendo unos peldaños por encima del poder de mi interlocutor a pesar de su posición administrativa directamente superior.
- Sabes que no podrías dar dos pasos sin que… eso solo empeorarías las cosas Perión… -Muestra ahora un perfil conciliador.
- Cadmión me tenéis harto… siempre con vuestras normativas en forma de amenazas. ¡Todo lo arregláis igual! -Gesticulo con desdén, mientras mantengo el tono hostil que me ha hecho dominar en la conversación hasta el momento.
- Viejo amigo, solo te pido que aguantes unos cuantos años más y luego se te ofrecerá una cláusula de prejubilación con pequeñas restricciones, ya sabes… política de privacidad, internamiento fraccionado voluntario…
- ¡Ya! -Espeto- ¡Eso mismo llevas diciendo desde hace siete años! Y la verdad Cadmión, estoy cansado de que juguéis conmigo de esta manera. -Su embaucadora oferta me parece tentadora y a pesar de ello, se de buena tinta que solo se trata de una sutil estratagema laboral.
- Tranquilízate Perión, mañana me paso por tu puesto, con un poco de exquisita pornografía y lo último en vídeo cascos neuronales. ¡Te aseguro que vas a alucinar en colores! - Sobre el reducido plasma se distingue la cara sonriente de Cadmión, como si supiese la fórmula exacta para contentarme.
- ¿Si… oye… y que tal… es la sensación…? ¿Qué trasmiten esos nuevos cascos? –Respondo rindiendo mi ánimo a la evidencia, pues sé que ha pulsado el interruptor adecuado en algún lugar de mis preferencias mentales. Entonces toda mi ira se esfuma y dejo salir una humildad casi rastrera, aflorada por el gran interés en esas últimas palabras que han sonado a música celestial.
- Ya lo probarás mañana, viejo amigo. Lo acaba de presentar la corporación Iwata en el mercado y solo te adelanto una cosa, han logrado suprimir el efecto de fatiga que causaban los antiguos vídeos cascos, tras varias horas de uso. -Termina de cubrirse de gloria ahora que ha logrado someterme.
- Está bien Cadmión, mañana nos vemos. Pero quiero que sepas que no olvido mi clausula…
- Tranquilo Perión. Nos vemos mañana y lo hablamos.
El plasma se vuelve de inmediato opaco. Durante unas breves milésimas de segundos, se aprecia la silueta de la última imagen de Cadmión en la pantalla. Y repentinamente, comienza a parpadear la luz que indica “desconexión de inactivos”, proyectando un destello amarillo sobre toda la penumbra establecida en la opresiva oficina y mi taza de sucedáneo caliente. Examino en el plano principal, encima del monitor, un led rojo que se ilumina y muestra el lugar exacto, en un mar de leds colocados estratégicamente en los distintos sectores del suministro eléctrico. Pulso sobre la amarillenta luz oscilante que se apaga y pasa de esta manera un rápido parte de incidencia mediante un correo electrónico, al centro de producción y control de psicoenergía.
- También es coincidencia… -Sostengo a la vez que salgo con celeridad.
A mi derecha me espera “Susi”, mi viejo roadseater. Tan vieja como yo.
Durante años he recorrido infinidad de veces, las desoladas galerías atestadas de cadáveres, aunque en el Consejo prefieran llamarlos inactivos. Los miles de individuos que pueblan este distrito dormitan en un estado de sueño REM inducido, para producir el grueso de la energía eléctrica que alimenta el sector, mediante el electromagnetismo humano. Muchos de estos inactivos son recogidos de entre las calles de las zonas más empobrecidas de la megalópolis. Se trata de delincuentes, prófugos, terroristas y en definitiva, inadaptados sociales. Otros, la gran mayoría, provienen del exterior y también se les denominan “infectados”. Una vez limpios de toda bacteria de mutación, son especialmente aptos para ofrecer el mismo servicio que una “pila humana”, sólo que estos producen el grueso de la energía de carga negativa que se destina al componente armamentístico. Otro ramal del uso de este tipo de electromagnetismo, es una síntesis ilegal del mismo torrente eléctrico de la carga negativa, conocida como la psicoenergía negativa. Sobre el cerebro, funciona como cualquier opiaceo, suministrado a través de vídeos cascos neuronales con ajustes en el software. Esta inyección de psicoenergía transformada, produce un falso estado psicosomático de alteración del subconsciente. Y entonces, es como abrir las puertas del cielo, navegar inmerso en inagotables océanos de sueños lucidos, repletos de fantasías ilusorias. Algunos estudiosos lo comparan a dejar salir todo el potencial oculto a nuestra conciencia, solo que esto modifica claramente el carácter de quienes la consumen. Y por supuesto, su abuso es letal. Quedas literalmente frito.
- Está es la zona de alarma… “INACTIVOS GAMMA: PSICOENERGÍA NEGATIVA.” -Leo sobre un cartel que en seguida dejo atrás.
Los innumerables años en este distrito, me conducen intuitivamente hasta el lugar exacto, sin apenas necesidad de indicaciones o de una luz ambiente. Por supuesto que reina una inmensa oscuridad, pues es una manera sencilla de ahorrar energía eléctrica que además, los inactivos nunca reclaman. Por contra, el foco móvil de mi pequeña “Susi” arroja algo de claridad por donde circulo, suficiente para mí.
- Número 0010… número 0010… ¡ahí esta! –Dirijo el foco para que señale desde el techo del vehículo sobre un nicho de vidrio colocado a cinco metros del suelo. Entonces, descubro como el supuesto nicho abierto deja escapar una cascada de líquido viscoso y verde, a través de una hendidura ancha. –Hay que joderse… está abierto de veras. Lo habitual es una falsa alarma….
De repente, resuenan unos pasos torpes, algo mas adelante. Redirijo raudo el foco y al fijar la luz se dibuja la silueta de una extraña figura humana que arrastra sus pies, tambaleándose. A medida que avanza, va dejando el mismo rastro viscoso y traslucido de su ataúd. Luego, se detiene a escasos metros. Es en ese instante, cuando aprecio unos ojos sombríos que se confunden con la oscuridad ambiente, mientras el resto del cuerpo desfigurado está completamente bañado en una amarillenta palidez, lo que resalta de algún modo todos sus huesos de forma exagerada. El inactivo deja caer la cabeza a la derecha, como un perro hambriento que husmea para rastrear el aroma de un jugoso trozo de carne. Acto seguido, abre la boca y emite un enorme gemido inteligible.
- ¡GrrrrrrhhhAAaaaal…! ¡OooooOOOrrrRR…! ¡Grrrrrrhhh!
La criatura muestra una vez más su enorme boca al desencajarse la mandíbula inferior, destrozándole por completo el rostro. Las enormes fauces babeantes revelan a la luz del foco varias hileras de incisivos escalonados, que apuntan directos hacia el monoplaza.
- ¡¡AAAAAAARRRRRRRHHHHHH!! -Un último berrido salvaje emerge de lo más profundo de su esófago, redoblando en su garganta para sacudirse de forma espeluznante en mis oídos.
La aberración esquiva la luz del foco con un enorme salto, fundiéndose en la profundidad de la negrura y unos milisegundos después, cae sobre el techo de mi roadseater de forma precipitada. El foco queda apagado del improvisado pisotón. Pero el impacto sobre el vehículo me devuelve en sí. Como un acto reflejo, llevo el pie sobre el acelerador con ímpetu. Y tras un breve chirrido de las ruedas, Susi sale disparada con un suave traqueteo, mientras deja atrás el sonido amortiguado que delata la caída del infectado. En seguida, se dibuja una salida en mi mapa mental de la zona. Sin embargo, el problema supone encontrar esa misma salida en medio de esta horrible situación, en la que se ponen a prueba mis verdaderos conocimientos sobre el maldito distrito, ¿conseguiré alcanzar la salida en la más absoluta oscuridad? Hasta el momento, recuerdo que este tramo es continuado y sin obstáculo, pero también sé que a cien metros de distancia aparecerá una bifurcación que divide el camino. Susi debe girar entonces a la izquierda. ¿Seré capaz de calcular el momento exacto en el que debo maniobrar con pericia? Como solución, decido sincronizar el control de los mandos del vehículo mediante un recuento mental y realizar así una maniobra a ciegas en los últimos metros de distancia.
- Veinte, diecinueve, dieciocho… -Comienzo la cuenta atrás y mi corazón se acelera vertiginosamente.– …diecisiete, dieciséis, quince… -Pero en ese instante llega la duda.– ¿Eran realmente cien metros…? ¿O de lo contrario eran doscientos? –Me pregunto en voz alta.
Es curioso como nunca antes he sido consciente hasta ahora de mi pasividad frente a la lobotomía a la que me he estado sometiendo con mis continuos abusos. Mis intentos por recordar la distancia exacta me devuelven una única verdad, comprender que es demasiado tarde. Esa dichosa carga negativa a abotargado mis recuerdos y todo queda borroso, en una nube de terror. No es justo que mi vida penda de un recuerdo maltratado.
- Maldita seas Cadmión, finalmente te saldrás con la tuya…