Este apartado dentro del blog, nace con la intención de dar salida a una serie de ideas experimentales que combinen por ejemplo, la literatura con otras formas del conocimiento. Mi intención principal, es desarrollar otras posibilidades en campos más dispares que los que he utilizado en este caso. Todo sea por encontrar infinitas posibilidades a nuestro finito conocimiento.
Espero que guste y sea de utilidad.
EL
DIÁLOGO DESDE UNA PERSPECTIVA DESCONTEXTUALIZADA:
Para
empezar, hay que destacar el alto grado representativo de un diálogo
oral o escrito, bien mediante escenificación fílmica,
representación teatral o través de narrativas gráficas. Estas
formas literarias, en todas sus modalidades posibles, nos muestran
dos o más individuos que intercambian opiniones e ideas, lo que nos
abre a una multitud de posibilidades de libre interpretación
ilustrativa, siempre paralelas al texto. Pero, ¿existe la manera de
realizar un dialogo coherente pero descontextualizado? Por supuesto,
la situación debe ser errónea desde un principio y forzadamente
preconcebida para el receptor de dicho diálogo. Desde el inicio, la
idea principal parece mostrarse clara y evidente pero el desenlace
debe romper la estructura visual que se ha construido en la mente del
receptor. Es entonces, cuando entra en juego la reinterpretación del
mensaje por parte de dicho receptor.
Poniendo
en práctica la preceptiva literaria en un diálogo y las bases de la
comunicación, podemos crear un texto coherente que contenga todas
las estructuras necesarias para que sea comprensible pero al mismo
tiempo descontextualizarlo. Para ello, podemos valernos de alguno de
los procesos psíquicos que se describen en enfermedades como la
demencia o el delirio transitorio. Con este efecto imaginativo, se
crean dos realidades. La primera, principal pero aparente, es
conocida de manera confidencial por el propio narrador. Y la segunda
realidad, la auténtica, tan solo se resuelve en el desenlace de una
manera sutil. El modo en que dicha realidad final queda expresada,
debe ser siempre abierta a la libre interpretación del receptor. Es
decir, que de una forma activa, el receptor reinterprete el mensaje,
para dar con el verdadero contexto en el que se desenvuelve la
narración. Por tanto, el mensaje debe ser efectivo para el emisor
que compone un diálogo trampa con las palabras necesarias y sin
explicaciones adicionales, haciendo al lector un personaje activo de
su propia narración. En resumen, se ofrece un efecto de aparente
estabilidad visual, pero erróneo en la concepción final del texto.
Con este enfoque, se pretende no solo jugar con la psicología de los
personajes que actúan en el diálogo, que es lo habitual en estos
textos, sino también empujar al lector a contemplar el texto desde
una perspectiva errónea, una concepción psicológicamente
especulativa.
Algunas
características de estos procesos narrativos pueden ser:
Diálogo entre varios personajes
imaginarios.
Diálogo con un personaje imaginario.
Diálogo en un contexto no habitual.
Conversación a través de un medio
visualmente engañoso.
Estos
casos son de vital importancia para crear, tal y como se ha dicho,
una realidad especulativa y visualmente errónea del receptor. Sin
embargo, en el caso de este tipo de diálogos, cualquier intento de
realizar un proceso ilustrativo paralelo, ofrece material visual
complementario que revelan o dejan al descubierto ese efecto mental,
tan buscado por el emisor. Su intención, tampoco admite aclaraciones
sobre su contexto porque de lo contrario deshace la verdadera
intención del autor. El desenlace por tanto, debe ser lo más
parecido al proceso de reconstrucción que se produce en la imagen
mental que surge tras oír una anécdota cómica o causada por un
chiste, inesperada e intencionada.
Un
par de ejemplos rápidos de esta forma de construir un diálogo
serían los siguientes:
Ejemplo
1:
-
Hola, ¿me dispensa un permiso?
-
Lo siento, me es imposible.
-
Estoy convencido de que podemos llegar a un acuerdo económico.
-
No lo creo. Y deje de molestar, por favor.
-
¿Es que no reconoce quien soy? ¿No sabe con quien está tratando?
-
Me es indiferente.
-
¡Venga hombre! Ya le digo que le voy a pagar sobradamente.
Ejemplo
2:
-
Hola, buenas noches. ¿Qué tal?
-
Bien... algo contrariado.
-
¿Qué ocurre?
-
Mmm... nada. Las cosas cotidianas.
-
¿Las cosas cotidianas? ¿Las cotidianas? ¿Justo las cotidianas? La
cotidianidad.
-
Si, si. Eso mismo he dicho.
-
Pero, ¿qué ha ocurrido exactamente?
-
Cosas cotidianas: la compra, el jefe, la familia, los hijos...
-
Los hijos, la familia, el jefe, la compra...
-
Sabes que repetir mis dificultades diaria no ayuda a conciliar el
sueño, ¿verdad?
-
Ya, pero es que tú continuarás la vida tras sonar ese despertador
que hay sobre la mesita de noche.
-
En mi caso, no se si eso es una ventaja o un inconveniente.