COMPRENSIÓN
LECTORA. NIV. 2:
Habiendo llegado hasta este punto, podemos
confiar en crear nuestros propios escritos con los que practicar y dar rienda
suelta a nuestras “formas internas”, ya sean de carácter público o privado. Sin
embargo, tal vez no nos percatemos de las innumerables formas en las que se manifiestan
sobre el papel, los sentimientos o emociones que nos embargan en ese preciso instante.
El tránsito de una mala época o las buenas nuevas pueden influir, no solo a
nuestra inspiración, sino en nuestro texto directamente. A veces una idea nos
ronda continuamente por la cabeza e inconscientemente dejamos que salga en
nuestro manuscrito, algo parecido a lo que hemos mencionado en la lección
anterior.
Por el contrario, en este ejercicio no
intentamos dar salida a estas ideas, sino que procuramos analizar los textos de
otros, para encontrar esos conceptos, llevados al manuscrito de forma
inconsciente.
PROPUESTA
PARA EL EJERCICIO:
El ejercicio trata de leer un texto bastante escueto
y simple, sin una idea principal. El concepto de la historia puede no llevar un
mensaje explicito pero si uno implícito. En este caso es un concepto positivo, que
se repite a lo largo de la narración, reforzando ese sentimiento.
Aquel
día salió de casa con un ánimo casi insólito. No sabía desde hacía cuanto tiempo
no se sentía de aquella manera pero decidió utilizar esa energía extra, para
convertirla en una mañana productiva. Al poco de haber cogido el coche, se percató
del escaso tráfico que fluía en las calles y de que la mayor parte de los
comercios, aún estaban cerrados, a lo que no quiso darle importancia. Entonces,
se convenció de que con el tiempo que estaba ganando, aprovecharía para ponerse
al día con el trabajo atrasado en la oficina. Las calles permanecían solitarias,
como los ríos sin caudal. A pesar de la quietud que le rodeaba, su disposición
no mermo ni un ápice. Le embargaba el entusiasmo suficiente, como para afrontar
casi cualquier tarea. Pensó que nada podría cambiarlo. Eso pensó, al menos
hasta que llego ante la puerta de su oficina. El cartel del horario en la
entrada, le recordó que los domingos no abrían las administraciones.
A pesar de que este no es el caso, en
determinados momentos, exaltar una idea positiva nos puede servir para
focalizar nuestros manuscritos en una dirección de cara al lector, con la intención
de reconfortar. Como sucede por ejemplo, en el humor de comedia.
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