EL ERROR EN LA DESMITIFICACIÓN DEL INTUICIONISMO
RACIONAL:
Tal y como se ha podido comprobar, a la vista de una
configuración sintética de la estructura cognitiva enmarcada dentro de la
concepción actual de la realidad cuántica, se establece la necesidad una
conexión interdependiente de todas las circunstancias para la formulación del
pensamiento creativo. Esto es algo que ya estaba presente de alguna forma en
los planteamientos del naturalismo, el positivismo epistémico u ontológico
previo. Sin embargo, dicha configuración acepta algunos aspectos conservadores
que vienen a señalar que podemos conocer de antemano los hechos que acontecen,
revelados por procesos biológicos de nuestro cerebro. Esta forma de proyectar
la relación de necesidad con el entorno se pueden confundir con una
retrospectiva en el esquema de pensamiento más propio de las matemáticas
intuicionistas, del esencialismo kantiano o de la geometría euclídea que
intentaron desmitificar otros pensadores posteriores. Con todo, esta cuestión
plantea ser más bien un problema de incomprensión en la síntesis semántica,
producto de un sistema de comunicación heredado repleto de palabras con “taras”
y “ambigüedades”. En este contexto, el neoesencialismo de Kripke sostiene la
pronta necesidad de concordancia comunal como requisito fundamental de un
lenguaje interno, que es dado por la relación de percepción en la naturaleza
biológica del hombre social. Su opinión se sustenta en el excelente trabajo
crítico de Wittgenstein en su tractatus lógico, quien supo separar con claridad
de argumentos los diferentes aspectos que relacionan un lenguaje en su contexto
relativo a un proceso interno, pero que precisa de elementos externos (base del
naturalismo). En su opinión además, el hombre jamás lo hace de una forma
conductiva sino que se guía por una relación de criterios personales. Haciendo
acopio de sus propias palabras, el filósofo acepta la forma dada por nuevos
aspectos en base a una percepción primitiva y prelingüística de tipo
hereditaria.
Puesto que esto nos lleva al problema de la verdad en
semántica, desde el punto de vista de la teoría de la verificación lógica de
Tarski por ejemplo, haremos hincapié sobre los nuevos planteamientos
epistémicos que producen la física moderna, la biología darwinista con los
nuevos descubrimiento del genoma humano o de la neurociencia, para adaptar
correctamente las próximas formulaciones metodológicas al desarrollo cognitivo
de la mente adaptativa. Mediante estos avances de la bioquímica moderna en
general, se refuerza la idea de una intuición entendida como una forma
consciente del pensamiento preconcebido, perteneciente al proceso evolutivo
cognoscitivo del inconsciente humano, y con referencia en el instinto primario
animal. Este desarrollo interno de la mente procesa la mayor parte de nuestra
información de forma interdependiente a nuestros receptores sensitivos, que
permanecen restringidos por un marco biológico de incertidumbre perceptiva
limítrofes. Dicho mecanismo permite adaptar así, nuestra experiencia a un
entorno cuántico. Es entonces obligatorio mencionar que la relación existente
entre el hombre consciente y su entorno inmediato, se hace siempre por procesos
puntuales en cada individuo, propios del planteamiento psicológico del cual
deriva en la postura positivista el internismo semántico. En dicho proceso el
individuo consciente pretende "alcanzar", detectar de una forma
activa un acontecimiento determinante en la comprensión propia y en base a su relación
personal con la realidad inmediata y entrópica. Ya Claude Shannon estableció
previamente la idea de una relación directa y cuantitativa (positiva/negativa),
entre el conocimiento que genera un entorno a observar y la cantidad de
entropía del mismo. ¿Cómo hemos logrado entonces crear una relación más o menos
efectiva de un proceso bioquímico autónomo, con la consciencia activa o el
pensamiento objetivo en general? La relación de necesidad que promueve
cualquier esencialismo metodológico moderno se traduce aquí en un proceso
causal, mediante una relación de contrastes entre conceptos que se transducen
de los procesos de percepción somatosensorial, con resultados fijados por las
relaciones sinápticas en nuestro cerebro. Entonces, pasan a ser asimilados como
patrones que se adaptan a la experiencia del inconsciente en la conducta
propia, siempre y cuando sean precisos para ocupar un hueco en nuestra realidad
cognitiva dentro de un espacio o mesocosmos cuántico. Finalmente, algunas de
esas experiencias más destacadas se plasman sobre la propia carga genética del
individuo en forma de marcadores, mediante una relación de cambios en la
bioquímica del genoma, con adaptaciones de carácter fisiológicas por ejemplo en
la ley de Bergmann y Allen, con los genes MHC del cromosoma 6 implicados en la
definición de lo propio y el reconocimiento de intrusos parasitarios; o
activaciones psicosomáticas por ejemplo las que se producen con el gen D4DR que
regula la dopamina, para deprimir el sistema inmunológico o de los cromosomas que
intervienen en el aprendizaje del lenguaje. Todos estos resultados evidencian a
groso modo que nuestro entorno nos condiciona de forma inconsciente en mayor
medida de lo que pensamos. Y a pesar de todo, la lógica en estos procesos
biológicos demostrativos también nos indica que gracias a la observación o
asimilación de estos resultados o patrones que actúan dentro de nuestro campo
de certezas, podemos crear o modificar con criterios propios de selección
mediante la conciencia activa (interpretación), estas mismas relaciones
inductivas que actúan en nuestro marco cuántico. Con esta apreciación de la
propia conciencia activa, podemos estar conformes tanto con las posturas
ontológicas que mantienen un enfoque conductivo dentro del proceso natural y
evolutivo, como con aquellas que abogan por la exclusividad de los criterios
personales. Además, este hecho también justifica ciertas diferencias que se dan
con respecto a la tesis de Popper, resolviendo el desarrollo cognitivo no como
un producto anclado a un mundo autónomo (M3) del hombre, sino fruto de un
proceso creativo/cognitivo que requiere de una perspectiva proyectiva de los
elementos sobre el marco virtual y cuántico generado por dicho espacio
cognitivo o mesocosmos. A continuación, un desarrollo correcto de selección de
ideas permite que los nuevos descubrimientos o conjeturas sean modificados por
la conciencia que trabaja mediante la experimentación directa con los mundos
posibles. Serán necesarios por ende, las representaciones sensoriales, la
relación necesaria con el conocimiento objetivo y la práctica continuada de la
actividad consciente en dicho mesocosmos de entropía estable. Esto nos asegura
mayor exactitud en las aproximaciones de la mente intuitiva a la verdad más
certera, ya que las conjeturas se proyectan dentro del marco de referencias,
que a pesar de estar sometidas a las limitaciones del inconsciente preconcebido
del individuo, después de todo, un trabajo correctamente enfocado debe producir
por efecto de causa un resultado necesario. Tras un descubrimiento, muchos son
los matemáticos o físicos que reconocen la excitación que produce los momentos previos al hallazgo, como si de una recompensa complementaria se tratara, por
un prolongado esfuerzo a una continua expectativa de la conciencia guiada por
el inconsciente que marca el paso. Dicha recompensa se suministra en forma de dopamina, producida por el mismo cerebro en el instante previo del descubrimiento intuitivo, esto es lo que se conoce en neurología como la antesala de la felicidad. Podríamos afirmar de manera metafórica, que
el proceso que surge del intelecto humano acaba de "atravesar",
mediante la práctica continuada, las limitaciones que plantea una hipotética
"barrera cognitiva", siguiendo unas indicaciones acertadas desde el
otro lado de dicha barrera. Por contra esta barrera metafórica no superada,
siempre proyecta la imposibilidad directa en el desarrollo de nuevas
necesidades lógicas. Por ende, este mismo efecto se prolonga de manera análoga
a todos los aspecto del conocimiento puramente biológico (empírico/racional),
incluido al positivismo más intuicionista, que parece no deja espacio a la
crítica por la que abogan los más naturalistas, puesto que plantea razones
puras que se dan de manera estrecha con la lógica divergente o en las
matemáticas de singularidades.
Manteniendo estos mismos argumentos, podemos asentir
que la composición áurea en la teoría del diagrama no usa un lenguaje semántico
tradicional, sino que es un planteamiento geométrico proyectivo. Esto nos ayuda
a aceptar su idea conceptual como una interpretación que puede variar en sus
términos referentes a la ontología, ya que están sometidos al escrutinio de una
realidad cambiante pero por contra, no podemos poner en tela de juicio su
desarrollo sintético, pues se trata de una estructura con significado de
proporciones espaciales que se establece mediante interrelaciones de elementos
comparativos y/o demostrativos de la lógica geométrica, anclado en un principio
geométrico. En este sentido, podemos concluir que siguiendo la postura del
método proyectivo, logramos vadear con acierto cualquier crítica a un lenguaje
interno construido a partir de una semántica que puede producir incomprensión o
conclusiones erróneas.
METODOLOGÍA PROYECTIVA:
Esta formulación de causa, se puede resumir en una
especie de intuición ingeniosa que permite al individuo atisbar de forma
consciente el instante inmediato en el que converge todo su trabajo de
autopoiesis, exclusivo de la entropía cognitiva del inconsciente. Con carácter
prolongado, esta actividad se convierte en una suerte de idiosincrasia del
individuo autoconsciente. A pesar de todo, la interdependencia en los elementos
adscritos al proceso, explica con mayor claridad la situación determinante de
lo que he denominado el punto phi, en el marco de referencias experimentales,
alejado del propio sujeto pensante. Por consiguiente, debemos denominar al
conjunto del diagrama como el mesocosmos de una realidad cuántica, proyectada
sobre el plano, siempre que conjugue estos elementos esquemáticos.
Hasta este momento podemos aceptar que el diagrama
reúne con razones de peso, todas las posibilidades que se dan en la
epistemología y la ontología previa en una sola teoría conjunta. A partir de
estas conclusiones y a la espera de nuevas demostraciones apodícticas, me veo
en la obligación de mantener una posición activa frente al planteamiento que
surge de dicho trabajo. Para ello seguiremos el sistema de la semántica
empírica, con el que se formulan los juicios lógicos. En un breve trabajo de
análisis empezaremos aislando el corazón del proceso en el que se representa la
relación, de aquellos elementos estrictamente necesarios para la representación
del desarrollo cognoscitivo. A continuación, debemos tener en cuenta que los
lugares del gráfico ocupados por nombres demasiado metafísicos pero nada
apodícticos en un sistema de semántica epistémica, deben ser sustituidos por
palabras de síntesis lógica y así obtener mejores resultados pragmáticos.
Empezaremos por (M2), denominado como el lugar donde se reproduce el efecto de
la proyección en la conciencia activa es decir, donde se sitúa la perspectiva
del propio "ente pensante" o SUJETO. Por extensión, (M3) que aparece
como el resultado generado por la razón pura del conocimiento humano, pasa a
convertirse en el conocimiento más exacto que tiene el hombre del entorno real.
Entonces, podríamos definir este mismo concepto mediante la lógica sintética
como el conocimiento objetivo o el OBJETO. Ya por último, tenemos el (M1) el
cual, visto desde esta nueva perspectiva, se nos presenta como el entorno
hipotético en el que se relacionan todos esos elementos posibles o necesarios,
junto con una cantidad indeterminada de procesos adscritos. Algunos de estos
procesos son más propios de la lógica aplicada a razón interna del SUJETO: la
simultaneidad, la contradicción o la comparación. Mientras que otros procesos
son productos de la física aplicada a la realidad que experimenta el propio
SUJETO: la relatividad, la mecánica cuántica o la evolución biológica. En este
sentido, (M1) de la metafísica pasaría a denominarse el "proceso puramente
causístico", al que se ven abocados todos los elementos conocidos por
"efectos” o procesos necesarios, lo que en síntesis sería la CAUSA/EFECTO.
Llegados a este nivel de precisión, podemos decir que el triángulo dibujado en
la correcta relación cognitiva quedaría invertido, puesto que el proceso de
causa señalado anteriormente como (M1), sostiene sobre una misma realidad a
todos los demás elementos que se relacionan en la misma línea, revelando una
auténtica metodología proyectiva más próxima al neodarwinismo (selección de
ideas). De esta forma, por proyectividad entendemos la relación
interdependiente de los mundos posibles e incluso de su propio punto de
proyección o enfoque. Un juicio semántico que se confirma con dicha síntesis,
podría ser el siguiente: SUJETO con OBJETO es a CAUSA/EFECTO. De esta forma, se
consigue subsumir la relación del sujeto y el objeto a un mismo nivel de causa
y efecto. Esto es lo mismo que afirmar de un modo más prosaico, que el sentido
de todo es producto de la relación entre necesidades lógicas, concatenadas por
una serie de circunstancias determinantes. Si por el contrario, tomamos al
SUJETO "pensante" como un sujeto activo para formular el juicio, tal
y como se relacionaba hasta ahora en cualquier metodología previa y más próxima
al escepticismo o solipsismo (internismo o externismo semántico), obtenemos
que: SUJETO a OBJETO es a CAUSA/EFECTO. Esto es lo mismo que afirma de un modo
más prosaico, que el sentido del individuo como ente pensante es su propia
necesidad lógica de relación con el entorno cambiante.
Una vez empezado este proceso de lógica aplicada al
método proyectivo hay que admitir una última posibilidad lógica o al menos,
situar todos los factores como es debido. Nos encontramos entonces, que de
dicha relación entre estos componentes semánticos en un estricto sentido
cognoscitivo, se produce como consecuencia de CAUSA/EFECTO un RESULTADO, en la
forma del punto phi. Sin embargo, podemos concluir que el RESULTADO en el
mesocosmos de entropía cognitiva, es el EFECTO de una CAUSA cognitiva. Por
ende, el esquema quedaría resumido de la siguiente manera semántica: La CAUSA
dada por SUJETO con OBJETO produce RESULTADO (EFECTO). En un sentido más
prosaico, esto se traduce en que cualquier trabajo cognitivo del individuo
produce un resultado y por extensión, un efecto sobre su marco de experiencias
personales.
Todos estos juicios formales que se plantean sirven de
partida, para crear una serie de relaciones entre los diferentes componentes
del diagrama. Para eso, nos haremos con la síntesis que lo configuran y
realizaremos una práctica composición de cualquier circunstancia de la realidad
empírica. Esto es posible gracias a que el diagrama se realiza a partir de una
lógica de síntesis geométrica y establece las normas básicas para cualquier
situación en el espacio, mediante un sistema más conciso y visual de formular
juicios lógicos que de una forma literaria.
Por contra, una vez intentemos llevar el esquema a la
realidad que conocemos, emergen nuevas críticas o dudas lógicas sobre las
matemáticas que gobiernan de forma taxativa cualquier superficie de la
geometría. ¿Podemos extrapolar la misma síntesis de la proporción áurea que
hemos planteado para el mesocosmos humano, a otros microcosmos o mesocosmos
diferentes? Por otro lado, conocemos circunstancias determinantes en las cuales
el espacio se reduce o se amplía, siguiendo diferentes planteamientos en la relatividad
de nuestra percepción habitual sobre la realidad cuántica. En física, podemos
decir que están sometidos a singularidades físicamente excepcionales. ¿Qué
sucede entonces con este tipo de planteamientos?
En la primera duda planteada, podemos aceptar sin
dudas la composición de la realidad entrópica cognitiva del hombre para
cualquier realidad posible. Siempre que tengamos en cuenta que usamos una misma
escala física (1:1,618) y no una estructura de superficie métrica variable.
Además, el proceso en una composición áurea se adapta a cualquier composición
proyectiva. Por tanto, los conceptos que se estructuran sobre el esquema
suponen realidades evolutivas plausibles para cualquier entorno, aunque para
ello debamos reducir el diagrama a una realidad atómica.
Para
la segunda duda, tan solo tenemos que recurrir una vez más a la geometría
cónica (vectorial). En este sentido, hallamos un gran aliado en la geometría de
conos nulos puesto que el diagrama es una representación cónica sobre la teoría
cuántica y por tanto, encaja a la perfección en una geometría de relatividad
espaciotemporal. Al trasladar el diagrama hasta una superficie geométrica que
sintetiza con mayor precisión el continuo tiempo, podríamos encajar la
estructura esquemática de una realidad física en cualquier entropía posible. En
este sentido, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que la representación
tridimensional de la teoría proyectiva encaja en la representación del diagrama
de Minkowski


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