sábado, 24 de agosto de 2013

Alquimia vital: Hablar con el pasado.

HABLAR CON EL PASADO:
Como se hace patente tras habituarnos a la lectura de manuscritos de otros autores y habiendo conocido en este punto algunos secretos de las letras, no será difícil comprender con mayor exactitud los pensamientos, ideas y sentimientos que empujaron a los diversos creadores a realizar una obra. Eso nos mueve a pensar que podemos entablar una especie de relación con el pasado, y en concreto con los creadores, cuando apreciamos sus trabajos.
Con esta idea como base de nuestra lectura, podemos asegurar sin temor a caer en derroteros ocultistas, ni de otras lindes alejadas de nuestra intención, que podemos alimentarnos de las ideas de artistas de antaño, ya sea de una forma de pensamiento en la sociedad o con los avatares de un autor en concreto. De hecho, en este sentido se trata de la única forma posible, en la que entablaremos seguro un dialogo, más allá incluso de las palabras, con aquellos desaparecidos autores de nuestras novelas y textos favoritos. Por tanto, podemos denominar sin temor alguno, a los manuscritos de estos creadores como manifestaciones artísticas prolongadas en el tiempo, a través de la conciencia de su autor. Sin embargo, estas manifestaciones solo cobraran forma en la conciencia viva, cuando los lectores se acerquen movidos por la curiosidad a sus trabajos. En este punto es recomendable combinar este ejercicio con la lección 5 de alquimia vital, por ejemplo. 
Utilizando esta misma intención o premisa, podemos acercarnos a todas las manifestaciones artísticas de cualquier género, para observar con detenimiento las ideas de un autor de la pintura, el cine, la música, la poesía y demás.

PROPUESTA PARA EL EJERCICIO:
Para esta lección solo existe una manera eficaz, de poner en marcha la intención de revivir a nuestros autores, al menos en nuestra propia conciencia. Deberemos por tanto intercalar a nuestras lecturas, obras de autores clásicos, o al menos seria lo apropiado. Para ello, podríamos empezar con autores que estén más cerca de nuestros gustos, haciendo el ejercicio más ameno y por supuesto, combinándolo siempre con nuestras lecturas preferentes, ya sean comics, bestseller, etc. Con el tiempo, apreciaremos de forma clara que nuestra actividad de leer, se hace más efectiva y nuestra riqueza de vocabulario y amplitud de ideas se incrementan de forma exponencial.
Para llevar estas relaciones especiales a otros campos, tal y como ya hemos mencionado antes, simplemente deberemos hacer una búsqueda intencionada de todas las manifestaciones artísticas, sean del género que sean. Podemos por tanto, ampliar nuestra información sobre un autor de obras pictóricas que nos haya impactado, visionar mas a menudo algunos clásico del cine o experimentar con la música de otros tiempos, por poner algunos ejemplos claros.   

domingo, 18 de agosto de 2013

Cuento macabro: El despertar.

Siento haber llamado su atención. No debe preguntarse el por qué, tan solo escuche mi historia. Después de oírla, es posible que usted mismo reconozca que en la misma situación, actuaría de igual manera. Entonces, estoy seguro que me excusaría. De primeras, deseo que no me juzgue, pues está claro que cualquiera en mi condición, estaría dispuesto a realizar mis proezas y aun los hay, que añadiendo el morbo que acompaña a mis experimentos, lo harían sin pestañear siquiera.
La mayor parte de las veces, no suelo hacer el trabajo sucio. Me puedo permitir pagar a alguien que me trae los cuerpos a la misma entrada de mi laboratorio. Sin embargo, en muchas ocasiones los cadáveres llegan en un estado lamentable, tan pútridos que prefiero hacer yo mismo esta pesada actividad. Cuando los traen corrompidos, demacrados, sus conciencias no reaccionan de ninguna manera. Esto se debe a que los cerebros dañados, por la falta de riego prolongada, dan respuestas poco fiables y se limiten a pronunciar palabras vagas e inconclusas. Por lo general, si el cuerpo lleva poco tiempo muerto, su conversación puede ser más extensa pero esto tampoco perdura demasiado. Los diálogos van devaluándose en consonancia a su raciocinio y al final, sus respuestas se limitan a simples monosílabos. Aun con todo, hay que elegir siempre un buen cadáver, pues de ello depende que el experimento sea interesante, como cabe a entender. Si reconstituyes la conciencia de un delincuente, este se limitará a maldecir su situación y luego, te obligará a recordar a todos tus parientes, que están en su misma situación vital. Si traes de nuevo a la vida a alguien demasiado menesteroso, es posible que tan solo oigas sus lamentos. Y si haces lo mismo con alguien de escaso intelecto, puede ser aun peor. A pesar de todo, de vez en cuando encuentro algo interesante y es en ese preciso instante, cuando pienso que toda esta molestia ha merecido la pena.
Por esta razón, no lamento nada de lo que pueda surgir del entramado de mi laboratorio. Está claro que en ello depende al final, el buen hacer de mi trabajo. Como acierto a asegurar desde el inicio, no hay mejor oficio hecho que aquel que realiza uno mismo. Y en ellas me ando.
Lo habitual en los barrios marginales, es encontrar cuerpos con bastante facilidad. Cadáveres que se utilizan para el tráfico de órganos u otras particularidades del ser humano más depravado. Mi intención es más honrada y de mayor calado para la sociedad del futuro. Déjeme aclararle que busco el elixir de la inmortalidad, al menos de aquello que nos hace ser humanos.
Pero mientras le cuento esto, debo dar un rodeo por mis inicios. Cuando de una forma muy triste, mi trabajo dejó de ser una investigación oficial para convertirse en una aberración en aquellos que compartían mi gremio. Los logros de mis descubrimientos, en la rama de la neurociencia, habían conseguido grandes avances para el mantenimiento del raciocinio humano. El sujeto del experimento, era sometido a altas condiciones de adversidad, ya fuesen físicas o mentales y de esta forma observamos que la resistencia de un cerebro podía prolongar con el tiempo, la vida de las personas humanas, hasta el punto de que la misma muerte biológica, podría haber dejado de ser un problema para el hombre del futuro. Pero todo tiene un límite y en las investigaciones, la moral más reticente parece frenar los avances que una persona de expectativas tan altas como las mías, podría llegar a conseguir con un poco de fondos y amplitud de conciencia. Nunca mejor dicho.
Por el contrario, la facilidad con la que cualquier individuo puede conseguir un cuerpo, no denota la condición de permisividad para una investigación independiente, dentro de los lindes de esta sociedad. Fue al descubrir esta losa en mi labor, el momento en que decidí buscar un lugar oculto, escondido de todas esas miradas inquisitivas que únicamente frenaban mi creatividad en los laboratorios. Por ello hui a las cloacas, donde encontré un lugar perfecto para mi trabajo. Aquí sí obtuve lo que buscaba. En mi refugio, bajo la ciudad, el entramado subterráneo se ha convertido en el lugar donde reinicio a las personas que han alcanzado su último suspiro y dejan de lado el mundo físico que conocemos. Aquí todo está permitido y mi labor no se ve obstaculizado por falsos impedimentos de intachable ética, que no se aplican con igual rasero a todas las medidas que se adoptan en la civilización.
Por otra parte, espero que no crea que yo, de tan avanzado entendimiento, no me guio por mi propia moral en mis ejercicios, no señor. Las personas tienen su dignidad, todas las que dejan la vida para encontrarse con la muerte y aun así, son devueltas de este letargo. En mi morada todos tienen una forma digna de alcanzar su fin, sin hacer excepciones. También incluyo a aquellos que llevan marcados a hierro en sus cuerpos inertes, las señales de un final violento. Absolutamente con todos sigo el mismo proceso, rezo por ellos y luego, les ahorro mayor sufrimiento tras mi trabajo. Nunca he visto mayor morbo en mi labor, que el simple hecho del conocimiento, de la pura y sana curiosidad. He de añadir a esto, que los individuos que logran despertar, no sienten ni padecen de una forma física. Y que por tanto, su vuelta a la conciencia es tan solo un mero trámite que inspira mi trabajo y les da una oportunidad de resarcir de alguna manera su pasado. Déjeme añadirle que la virtud de la vida es un regalo divino pero la virtud de la "post-vida", esa es la única cuestión de mis logros.
En el trascurso de los años, he hablado ya con no pocos sujetos, sometidos todos a estos experimentos. Muchos han coincidido en algo, al iniciar conversación. Creen de forma errónea que mi condición de hombre solitario, es la única respuesta a todos esos bagajes en mi forma de actuar. Yo no admito esta sentencia de ninguna manera. Y sino dígame usted, qué hombre busca únicamente compañía, en los que han abandonado la vida. Dirá que nadie, verdad. Eso que le ahorro en pensar que habla tan solo con un demente, alguien que no está en su uso cabal.
Pero no debo andarme más por las ramas y proseguiré con mi pasado. De esta forma, podrá entender de una vez por todas, el proceso que me ha llevado hasta aquí, delante de usted, para narrarle mi historia, mis actos, tal y como le he mencionado. Después de todos esos años de estudios en la superficie, sometido siempre a infinitud de presiones por parte de mis acreedores que únicamente buscaban beneficios, decidí desaparecer de la escena pública, como honrado científico que me consideraba. Y tras años de investigación bajo ésta misma, encontré en el ADN humano, la solución para despertar las conciencias que habían dejado de trabajar en los cerebros inertes de sus dueños. Es increíble ver cómo al inyectar una dosis de mi suero bajo sus cráneos y aplicar leves descargas en algunos circuitos de los lóbulos del cerebro, los individuos reaccionan con total precisión, como si quisieran despertar de un largo sueño pero sin poder moverse, más que para hablar o emitir algún sonido. La mayor parte de estos sujetos, siempre que pueden mantener una conversación normal, mencionan no recordar nada de sus vidas pasadas. Es muy probable que si la muerte es reciente, hablen de sus últimas horas de vida o del mal tiempo que hacía entonces. Por el contrario, en todos los casos, sus sentimientos coinciden en una única y curiosa sensación. Todos me acusan de molestarles de un agradable descanso, de obligarles a sentir angustia, a procesar claustrofobia y sentirse oprimidos por la situación a las que los someto. No es suficiente aliciente este, querido oyente. No muestra esto un gran avance, tanto como para superar las posibles asperezas que plantean la ética y la moral de mi trabajo.
Dígame pues ahora, cuál es su sensación desde el prisma de una conciencia que ha admitido la muerte física y despertado en una forma libre, que no responde en estos momentos sino al capricho de mis experimentos y al motivo fundamental de la evolución del mismo ser humano que es su propia curiosidad. Respóndame a mi hambre de saber y comprender en la muerte lo que no he hallado en la vida. Porque es muy probable que usted sea el último en despertar. Pues, yo seré el siguiente en perecer.  




   

sábado, 10 de agosto de 2013

Amasijo de carnes.

Amasijo de carnes
con rostros de enjambres.
Tejido de entrañas
con formas extrañas.
Como puzzle es amasijo
y sus piezas, entresijos.
Al comer de sus sobras:
regula tus horas,
sentencia tus modas
o señala mi estrofa.

Amasijo de carnes
de todos es hambres,
de mover sus quijadas
y controlar sus miradas.
Amasijo que es ría
para una sangre sin guía.
Rigidez en sus miembros
de dudosos empeños.

Amasijo de carnes.
Amasijo de hombres.