lunes, 18 de mayo de 2015

Apuntes sobre el papel.

Sacia, colma,
tu amor no engorda.
Rompe el hielo
del frío mes de enero.
Retoza, disfruta,
para eso eres musa.
Escucha, no demores,
¡al silencio, desoye!

Mas, sacia, colma,
 tu amor no engorda.
Permanece henchida,
alegre y atrevida,
pues hay quien piensa
que no estás viva.
No busques, encuentra,
ya estoy bastante cerca.

Entonces, apunta y escoge
una parte que lo soporte.
Sobre todo, sacia, colma
que tu amor no engorda.

Sacia, colma.                                      

ORNITOLOGÍA DE CIUDAD:
Puré de viandas para llenar las bocas de los que piden. Pastel de sobras para saciar el hambre de los demandantes. ¿A caso no perciben que llenan sus bocas con los restos de las carnes, aquello que sobra de los pensamientos más razonables? Pues no se usa para hacer este sustento las partes más jugosas del cerdo, los trozos más apreciados de la vaca o las mejores pechugas del corral. Mas bien todo lo contrario. Lo que sobra de las ideas más agradables. Pastel de carnes para llenar las bocas fáciles de saciar. Entonces, alguien grita: “¡Viva el pastel de despojos!” Si el que lo reparte desconoce lo que dice. 

domingo, 3 de mayo de 2015

Metodología proyectiva: Razones para una filosofía del método.

DE RERUM HUMANA. ADAPTABILIDAD A LOS NUEVOS SIMULACROS SOCIALES.
Viendo lo visto, la realidad perceptible se nos presenta como una realidad física ‘codependiente’ de la actividad del propio hombre, con la única finalidad biológica del ser humano que ocupa el hueco exacto para un ser que razona consigo mismo. Sin embargo, la formación de una colectividad sociobiológica de extrema facilitación social y criterio de sí mismo, nos ha posibilitado además solucionar muchos de aquellos problemas por los que el hombre primitivo comenzó sus andaduras en el “razonar propio”, necesidades lógicas de mantener alimento, la seguridad y otras carencias frecuentes en la etología de cualquier animal. Esta capacidad de verlas venir, nos facilitó un entorno de comodidad homogeneizadora, en el que inconsciente del hombre trabaja bajo un automatismo tecnológico actual obvio, frente a un pasado irresoluto de disyuntivas heterogéneas, donde el hombre instintivo debía afrontar la realidad con respuestas inmediatas. Además de esto, recientes teorías como la del altruismo recíproco, que defienden filósofos naturalistas como Dawkins o Gould, ya nos demuestra que el ser humano resuelve su estructura social con una suerte de equilibrio necesario en el reparto tácito de las riquezas. Es decir, que el paso del tiempo en el conjunto biológico social ha permitido resolver los mayores inconvenientes de una sociedad de tiranía o de engaño en la lucha por acaparar mayores beneficios, mediante la resolución o reparación de errores pasados, la vigilancia de unos a otros, la burocracia y legislación reguladoras de los poderes fácticos, y que permiten la estabilidad del equilibrio tácito frente a los actos subrepticio. 
Según todo esto, la realidad de nuestro pensamiento más actual debería estar plenamente sujeta a la actividad intelectual, o la “imaginación activa” que sostendría Freud, para enfrentarse a dilemas intelectuales cada vez de mayor calado o profundidad, generados tras la comodidad alcanzada, como si de una mala recompensa se tratase, ‘pensar como seguir pensando’. Los problemas de antaño quedarían resueltos en pequeños pasos que no decaigan en holismos deterministas o esencialismos dogmáticos que nos empujen a un cinismo enmarcado por una sociedad enferma. Es entonces cuando parece que se precisa de un entorno heterogeneizador de problemas exclusivamente intelectuales, para crear un proceso de creatividad en el que el hombre represente su papel de vehículo que interrelaciona el mundo físico con su mundo cognitivo más consensuado. La actividad creativa o intelectual en una práctica reiterativa nos obliga a repasar de forma continuada nuestra historia genética, pues para eso somos seres biológicamente históricos, es decir que vivimos proyectados en el tiempo. A estas alturas, es indudable que nuestro problema filogenético nos mueve a rescatar nuestro pasado para prospectar los posibles futuros. Así nos volvemos buscadores de problemas concisos y exclusivamente intelectuales. Y al referirnos a concisos podemos encauzar en este tipo de problemas: precisos o lógicamente necesarios. En resumidas cuentas, en optimizadores de sinergias que secularicen nuestros campos heurísticos gracias al equilibrio alcanzado.

LA APARICIÓN DEL "HOMO SOCIALIS" DEL FUTURO.
Pues bien, según otros autores en el campo de la psicología evolutiva y sociobiología, en el conjunto social existen dentro de la propia bioquímica del ser humano, ciertos patrones esquemáticos de repetición hereditaria que se pueden extrapolar a los arquetipos. Estos arquetipos desmitificados de la personificación presuponen las proyecciones del inconsciente sobre las figuras de los estándares humanos interpretativos, primarios y mitificados de una manera colectiva. Son tal vez las necesidades de un ser humano que precisa de la adopción en la proyección de su propia narración o interpretación genética por la filogénesis. Es decir, la necesidad lógica del individuo autoconsciente de una búsqueda propia, viéndose reflejado. Respecto a este planteamiento, el diagrama nos promueve, una vez más, a la insistencia de una configuración equilibrada y estructurada basada únicamente en la autorregulación del inconsciente del individuo que resuelve sus propias necesidades cognitivas, mediante procesos de creatividad o de autorrealización intelectual. Esto se podría traducir en otro orden, a la necesidad de un razonamiento que esté por encima de la problemática en la mitificación del inconsciente, ofreciendo respuestas plausibles a un intelecto inquieto. Si hasta la última fase en la evolución del esquema del comportamiento metodológico (antropobiológico) hablábamos del trabajo del inconsciente en el ascenso intuitivo de un cerebro con autoconciencia por un entorno cuántico, el inconsciente colectivo se presenta como la opción más plausible para establecer unas bases en la conducta social de un probable ‘homo socialis’ en el futuro regulador, a través de la función didáctica. A diferencia de las otras sociedades de facilitación compleja, con las que podemos comparar nuestra conducta por su enorme desarrollo funcional, en la reciente rama de la etología, y más concretamente de la entomología, podemos encontrar ejemplos de facilitación en las colmenas de abejas o de hormigas muy representativos en cuanto al esfuerzo común de una colectividad. Sin embargo, estas mismas sociedades se mueven por un instinto feroz de supervivencia, que no duda en eliminar el excedente en las funciones de castas, o bajo las presiones en la producción de alimentos. Algo parecido podemos encontrar en el propio organismo autorregulador del cuerpo humano, capaz de sabotear su propio funcionamiento si con esto logra salvar la estabilidad del conjunto orgánico. Por el contrario, si algo ha demostrado el proceso intelectual propio del hombre, es que puede aprender sobre este tipo de conductas tan eficaces para la supervivencia, aplicándolas en su propio beneficio, en estos momentos más asociados a la función cognoscitiva. De ahí deriva la importancia de una sociedad que se desarrolla exclusivamente estructurada a partir de sus propios planteamientos autogenerados o simulacros heredados. Tal y como dijimos, con el imparable avance de la tecnociencia esos problemas de supervivencia inmediata en la sociedad parecen quedar resueltos, pero producen nuevos inconvenientes. Y es que suponiendo que el conocimiento común, tal y como hemos indicado, se nutre del correcto funcionamiento en su pluralidad, la riqueza que esgrime la singularidad de cada individuo intelectual, a nivel teórico o comparativo, hacen fundamentales cada una de las partes de este macrouniverso social y biológico en su conjunto. Tal y como diría la etóloga Jane Goodall en comparación con otras sociedades de mente superior como el chimpancé: “Cada individuo es importante. Cada individuo tiene un rol a desempeñar. Cada individuo marca la diferencia.”
De otro modo, en la teoría de un planteamiento ontoepistémico sobre el inconsciente colectivo, se pone de manifiesto estas necesidades lógicas que producirán las fases correctas en el desarrollo evolutivo. Así, determinamos que los intereses sociobiológicos de un conjunto pasan obligatoriamente por un interés colectivo, plural o lo que denomino, una filosofía de pensamiento “neutro” inclusive en su función pedagógica. El funcionamiento de esta forma de pensamiento, nos señala la necesidad de abogar por un consenso que permita la adopción de nuevas ideas necesarias, integrando a cada una de las partes (individuos, agrupaciones, etnias, etc.) fundamentales en la función colectiva para la globalización, pues estas abarcaran todas las posibilidades de cualquier desarrollo virtual, forzando a una estructura social evolutiva constituida en la adopción de la pluralidad de ideas. Por otro lado, aquí se produce un nuevo inconveniente en las minorías primitivas o las minorías étnicas. Y es que se produce una necesaria pérdida cultural de dichas minorías, que sufren en el inalterable paso por dicho proceso de la ineluctable selección de ideas frente a la globalización. Estas mismas minorías sin embargo, nunca deben perder la oportunidad de una correcta adaptación en la difusión de su cultura o de su historia personal y social para no perder su identidad. Esto, a su vez, se presenta bastante fácil en la era tecnológica en que vivimos, pues internet es una gran herramienta de publicidad en ese sentido. A todo esto, hay que añadir que esta forma de pensamiento, el neutro, no plantea una opción nueva o una verdad distinta a la ya explicita en razonamiento de pensadores coetáneos. Cualquier filósofo en la actualidad esgrime, y desde cualquier campo del saber, que si debemos creer en la verdad tautológica de perogrullo que nos plantea la teoría de la selección natural, tenemos que hacerlo desde la perspectiva en la que el impacto sobre cualquier forma biológica, sea esta como fuere, deba tener un trato de igualdad ante la omisión del sufrimiento, para que dicho planteamiento darwinista sea completamente coherente. Y esta tendencia en el pensamiento más humanista viene además reforzada por la idea de una clara empatización con respecto a nuestros congéneres que está reflejada en una teoría de la mente, comprobada ya en seres humanos.
Análogamente, el pensamiento neutro asume estas mismas premisas y además, define la obviedad que plantea la observación y estudio de todas las referencias en los distintos ecosistemas, como una multitud de posibilidades por contemplar para la necesaria prospección del futuro virtual. Por todo esto, me veo obligado a mantener dicha forma de pensamiento (el neutro aquí explícito) como si se tratase de un condicional material válido ante una noción de consecuencias lógica más bien clásica, cuya propiedad esencial de monotonía justifica, como en una inferencia válida, reforzar la información de las premisas sin que ello influya en las verdades proyectadas por los pensamientos científicos más concluyentes, no sobre esas mismas conclusiones con respecto a la realidad imperante. O lo que es lo mismo, una condicional revocable que sin embargo, refuerza la información de las premisas en una inferencia ofrecida por una verdad de la realidad evolutiva, siempre dentro de un lenguaje natural, caracterizado principalmente porque no puede afectar a la verdad tautológica en la noción de consecuencias lógicas (no-monótonas) más darwinistas.