CATARSIS
CREATIVA:
Muchos han sido los creadores que han
utilizado su arte como un recurso para la psique, en una clara extensión de la psicolingüística.
De una manera prosaica, diremos que han usado el arte como un medio catalizador
para expulsar los demonios internos, ya sean deseos del subconsciente, temores,
aflicciones, nostalgias, etc. y principalmente, cuando no conllevan una carga
reivindicativa que pueda confundirse con una intervención política. Los casos más
llamativos en el arte, se encuadran en las distintas obras pictóricas que
componen las etapas oscuras de pintores, y que hacen mención a la muerte o a conflictos
internos, como ocurre con Goya, Picasso, El Bosco, etc; en ilustradores como
Frank Frazzeta o James O’Barr. Este mismo fenómeno lo podemos trasladar a compositores
como Mozart, Beethoven o Leonar Cohen. También en la literatura tropezamos con períodos
pesimistas, sombríos y melancólicos como se refleja en escritos de Kafka o Schopenhauer;
con textos que nos trasladan a los límites de lo ético y lo moral como los de Vladimir
Nabokov; u otras formas de expresión liberadora como la lírica, donde se
reproduce la necesidad de trasladar al papel esos mismos conflictos que generan
motivos de depresión, como en versos de Miguel Hernández, García Lorca, Gustavo
Adolfo Bequer, etc.
A veces, esa parte ácida, crítica, deleznable
u odiosa de nuestra personalidad, se presenta útil para este tipo de proyectos,
alimentando la narración del dilema in situ. Sin embargo, debemos tener en
cuenta que la constante en ciertos temas también se puede transformar en una
cadena que nos conduzca a un conflicto mayor, tal y como se manifiesta en
artistas de la talla de: Van Gogh, Edgar Allan Poe, Nietzsche, etc.
EJERCICIO:
Así pues, llevemos nuestra consciencia a sus
máximas cotas, expulsando algunos de nuestros demonios profundos, dejándolos
atrapados sobre la dimensión plana del papel o el lienzo. A continuación, si hemos
sentido algún remordimiento, mientras escribíamos esas líneas, siempre podemos enterrar
la obra para acabar con el conflicto, al menos, de forma metafórica.