sábado, 20 de julio de 2013

Alquimia Vital: El positivismo como arma.

POSITIVISMO COMO ARMA:
Tal y como ocurre con otras terapias que afectan a la psique (riso terapia, aromaterapia), las diferentes “manifestaciones artísticas”, es decir, las distintas maneras de dar rienda suelta a las inquietudes del subconsciente, nos muestran con evidencias que en ocasiones, cultivar una forma de positivismo, casi totalmente fuera de razón, puede causar resultados psicosomáticos, no solo para el artista sino para todo aquel que contemple la obra, sea esta del género que sea. Esto supone que durante mucho tiempo las formas de ensalzar un sentimiento, por ejemplo, patriótico o de índole belicoso, se ha recurrido a formas propagandísticas, a través del arte o cualquiera de sus formas. Del mismo modo, el positivismo en el arte, por encima de la esperanza, puede crear una aparente sensación contrapuesta a la situación imperante, siempre y cuando esta sea negativa, claro está. La manera en que un artista puede abordar una situación real, en este caso con la literatura, pueden suponerle una estabilidad estoica, en momentos de incertidumbre, como ocurriera con el diario de Ana Frank.
Por otro lado, huelga decir que son obvio los resultados de un continuo uso del negativismo en dichas “manifestaciones artísticas”. Los resultados prolongados pueden abarcar desde el mal estar, a cualquier tipo de enfermedad patológica producto de una depresión continuada. Esto nos acerca incluso al consumo de drogas como vía de escape. Pero este es otro tema distinto.
Como conclusión final, una correcta forma de entender el desarrollo de las manifestaciones artísticas, siempre y cuando no se desee hacer uso de las armas que hemos comentado en esta lección, sería a través del cultivo de unas obras equilibradas, donde se den lugar los hechos y acontecimientos de índole tanto positivos, como negativos. A veces, pueden destacar unos sobre otros, sin que esto suponga un problema. Pero está claro, que la forma más equilibrada, será siempre compartida por las distintas tendencias que se contrarrestan unas a otras, como en la vida misma.

PROPUESTA PARA EL EJERCICIO:
Para este ejercicio no existe un resultado inmediato, sino que todo debe darse en las circunstancias en la que se explica la lección. Sin embargo, una forma de ver los distintos sentimientos que nos embargarían en un supuesto caso, sería dejarnos llevar por el positivismo en todas nuestras manifestaciones artísticas, durante una temporada, el tiempo que plazca. Y recordando siempre que no todas las personas y sus mentes, tienen los mismos recursos, o les afectan de igual manera este tipo de actividades.   

sábado, 13 de julio de 2013

Artesanía mecánica. Cap. 2

En poco más de una semana con el recién bautizado Jeremies, puedo apreciar una enorme evolución progresiva en su conducta en general. El asombroso ayudante no solo es capaz de limpiar la tienda, sin apenas esfuerzo o de reparar el doble de juguetes que yo en la mitad de tiempo, sino que además, en los últimos días he observado un comportamiento curioso que lo mantienen en una evidente, y cada vez más estrecha, relación con el noble arte de la creatividad. El resultado de cientos de aparatos desfilando entre sus manos, me ha acabado convenciendo de que la máquina añade tímidamente algún insignificante elemento para corregir o mejorar de manera visible, las características de mis juguetes artesanales. Por otro lado, he observado que sigue algún patrón de criterio propio, que se refina con el paso del tiempo.
- Oye Jeremies, ¿cuánto llevas en esta tienda? –Me decido a preguntar, explotando la enorme burbuja de la curiosidad creciente en mi interior.
- Ocho días, siete horas y veinte y tres segundos, con diecinueve milésimas justamente ahora. -Responde de forma perentoria.
- ¿Y cuántos juguetes has reparado en ese periodo, con exactitud?
- Veinte juguetes; con una media de dos juguetes y medio cada día. De los cuales han sido cinco reparaciones graves, ocho puestas a puntos y el resto, pequeñas mejoras, señor.- Jeremies no exagera en sus cálculos, aunque yo no pueda demostrar tal cantidad de datos.
- ¿Y en todo este tiempo…? –Entonces, dudo un instante en la forma de acondicionar la nueva pregunta, dentro de un contexto inteligible para un foráneo de los sentimientos.- ¿Cómo lo diría… has disfrutado en algún momento con lo que estás haciendo? -Escupo al final.
- ¿Disfrutar? –Pregunta resaltando, de forma precisa, lo ajeno a su condición como maquina.- Disfrutar es: deleitarse, gozar, sentir satisfacción.
- Ya… -Contesto algo decepcionado por su definición para nada imprecisa.- Quiero decir… hacer amena una actividad. Observar como el tiempo pasa ante ti y sin embargo, se detiene cuando trabajas inmerso en algo.
Jeremies parece analizar profundamente la definición a través de su entramado psicotónico, durante unos segundos. A veces, un parpadeo fugaz tras la visera, a la altura de sus ojos, delata un estado de proceso de análisis de infinidad de datos.
- Respecto al concepto de tiempo, para los modelos JER 03-24, es tan solo una cantidad de cifras numéricas sin ningún valor emocional. Es imposible mezclar ambos conceptos o asimilarlo de cualquier otra manera, señor. Sin embargo, debo añadir que durante todo este tiempo de aprendizaje, -aclara- mis circuitos han distinguido dos tipos de tareas y las han clasificados en dos subgrupos: actividades pesadas y actividades ligeras.
- ¿Y según tus circuitos qué cosas diferencian unas tareas de otras?
- Por actividad pesada se distinguen en el circuito psicotrónico: cocinar, limpiar u ordenar la tienda. Mientras, en el modo ligero se clasifican: reparar, mantenimiento de los juguetes y, el que más destaca en esta sección, actualizarlos o modificarlos.
- ¿No te das cuenta? -exclamo exaltado ante la evidencia- Tu cerebro ha creado unas preferencias en las labores que desempeñas a diario, Jeremies.
- Solo suponen diferencias de dificultad, singularizadas por mis circuitos, señor.
- ¡Exacto! -chasqueo los dedos– Lo que nos diferencia a los hombres, del resto de máquinas no biológicas o seres sin auto conciencia, es que nosotros necesitamos darle un sentido a todo lo que interactúa en nuestro entorno. A partir de eso, creamos preferencias, temores, dudas, prejuicios, críticas e infinidad de opiniones.
Jeremies vuelve a procesar los datos en absoluto silencio, esta vez el espacio de tiempo del análisis es más prolongado, asimilando los nuevos parámetros.
Sentado en la silla y en estado de total incertidumbre, sospecho que su funcionamiento se ha detenido por momentos. Los cientos de sonidos que habitualmente provenían de su interior, han enmudecidos de repente y los parpadeos de los leds de su visera, han dejado de dibujarse en su simulado rostro. Entonces, aproximo la mano hasta su brazo mecánico para dar unos ligeros toquecitos, esperando aunque sea una pequeña señal de respuesta. Cuando de inmediato, vuelvo a contemplar una vez más esas dos minúsculas luces rojas que parpadearon bajo la visera artificial, desde que lo puse por primera vez en funcionamiento.
- Debo pedirle que active el modo trabajo duro, señor. -Dice entonces sin más.
- ¿Y a qué se debe eso, Jeremies?
- Debo funcionar únicamente, en modo trabajo duro. -Repite de forma insistente.
- ¿Y a qué se debe esta decisión, Jeremies? -Lo intento de nuevo.
- Mis circ-cuitos detectan una anom-malía. -Emite entrecortado y con un acentuado tartamudeo.– Tan solo puedo procesar los datos registrad-dos hasta el momento, referentes a la mecánica de juguetes. He perdido las instrucciones sob-bre el resto de tareas del entramado psic-cotrónico. Mi memoria debe estar comp-pleta. Aunque eso es imp-posible. Ni siquiera he ocupado una cuarta part-te de la cap-pacidad de m-memoria.
- Eso solo puede significar una cosa. Acabas de descubrir tu verdadera vocación. –luego concluyo sonriente- Amigo Jeremies, disfrútala.   


    

Artesanía mecánica. Cap. 1

A pesar de la torpeza en mi memoria, aun recuerdo la tarde en la que rellené aquel oportuno formulario. Tan solo unos minutos antes, un comercial de la corporación D.M.A., bastante bien uniformado por cierto, se presentó en la puerta de mi humilde negocio. Este insistía en que siempre era necesario algún tipo de ayuda mecánica, sobre todo por mi avanzada edad. Y la verdad es que acabó convenciéndome de una manera tan sutil, que olvidé el momento exacto en el que accedí gustoso a firmar la hoja en el mostrador de mi tienda, para solicitar un ayudante personal. Al igual que este comercial, son muchos los clientes que coinciden en la obsoleta apariencia de mi viejo comercio, aún más en los tiempos que corren. La mayoría de los que me visitan, normalmente lo hacen por nostalgia y esto apenas reporta un margen de beneficio. Sin embargo, muy pocas personas podrían comprender el verdadero interés de mi comercio. Atender a la clientela a la que van destinados mis artículos, atesora una pasión especial que solo caracteriza a unos cuantos. Mi producto, deben ser capaz de arrancar una ligera sonrisa en los rostros tristes o tediosos. Además, después de años de experiencia, la esencia de mi arte supone entender con exactitud, los entresijos del ensamblaje de unas pocas piezas muy acertadas para formar creativos juguetes mecánicos.
Ese es el único interés de mi dedicada labor.
Volviendo a la caja que he recibido, y que transporta a mi nuevo juguete mecánico, observo algunos manuales y discos de instrucciones adjuntos en un lateral. En el resto de superficies, se pueden distinguir decenas de pegatinas de distintos colores y grandes letras: “MUY FRAGIL”, “NO REMONTAR”, “MANTENER ESTA POSICIÓN”. Cuatro grapas de hierro, mantienen unidos dos listones en posición vertical sobre la tapa, funcionando a modo de cierre. En cuanto son ligeramente manipulados, ceden y la tapa se abre como la hoja de una compuerta. De su interior brota entonces, una cascada de miles de pequeñas bolas de aire que caen al suelo, rebotando contra todo a su paso con la misma motricidad que la gravedad cero. Justo entonces, tras la cascada de seguridad, se revela una maravillosa figura metálica, de pocos o ningún rasgo facial.
No es exactamente como lo había imaginado…” Pienso al instante. Y es que he pasado tardes enteras dando vueltas al mismo pensamiento, excitado como un niño e imaginando como sería el nuevo juguete grande, mientras repasaba una y otra vez, las casillas que había marcado al cumplimentar el formulario. Ahora observo maravillado como los detalles, reflejan fielmente algunas de mis preferencias. Pero la estampa no deja de mostrarme una simple máquina. En el lugar de las manos, unas tenazas con almohadillas en las pinzas, suplen su función prensil y el rostro es una gran visera de vidrio moldeada ligeramente en relieves, para dar forma a unos discretos rasgos. La cintura, montada sobre una serie de aros cilíndricos, metálico, revela una gran movilidad para trabajar en espacios reducidos. A pesar de mi decepción, hay algo que colma mi curiosidad en la máquina. Una cavidad en el pecho, esconde de forma intencionada un enorme botón rojo, simulando un verdadero corazón humano. Lo protege a su vez una pequeña tapa de cristal. Justo encima del hueco, se aprecia un minúsculo grabado sobre el metal del pecho bruñido, con una breve numeración.
- JER 03-24… -leo con entonación sostenida.
Repaso con mis dedos el relieve de manera cuidadosa y traslado a la mecanorrecepción, lo que mi pobre vista ha interpretado, asegurándome de que lo leído es correcto. Luego los arrastro hasta el interruptor. Entonces me inunda una obsesión casi hipnótica, producto de su prefecta y rojiza forma. Nada más pulsarlo, una serie de luces revelan lo que deduzco que será el optimizado del circuito interno, mediante una multitud de diminutos destellos que oscilan por entre todo su entramado electrónico. En seguida, intuyo que las distintas partes del robot comienzan a ponerse en funcionamiento.
- Enhorabuena y gracias por adquirir, el producto JER 03-24 de la corporación D.M.A., Desarrollo Militar Armamentístico. –Suena una grabación computarizada y después una breve pausa, antes de que salte otra voz metálica.– Si desea poner en funcionamiento el cerebro psicotrónico de su JER 03-24, reproduzca la clave de acceso al sistema, por favor.
Las primeras palabras del robot me auguran un vínculo más frío del que había fantaseado. En un estado de desilusión pero repleto de curiosidad, busco entre los documentos, las instrucciones de su funcionamiento.
- Reconocimiento de voz… -digo en alto, al mismo tiempo que ojeo el enorme manual y luego pronuncio–…Trabajaduro000120.
Segundos después de mis palabras, contemplo anonadado como se dibujan dos leds digitales en el lugar de los ojos, sobre la visera. A pocos centímetros de estas pequeñas luces titilantes, unos extraños dientes hacen la función de su boca, dotando a la máquina, como por arte de magia, de mayor humanidad que al descubrirla en la caja.
- Buenos días señor, a partir de ahora seré su trabajador personal. -Me saluda con una entonación más particular.
Mientras pronuncia sus primeras palabras, se alternan sincronizados parpadeos en esa especie de dientes artificiales.
- Indíqueme por favor, -continua- que aptitud debo adoptar: modo aprendizaje o modo trabajo duro.
A pesar de los cambios en su fisonomía y voz, no le restan el deje robótico.
- ¿Modo… aprendizaje…? -Farfullo confuso.
- Sabia elección señor. Espere un segundo, por favor. –Nada más oír estos últimos comentarios, percibo un ligero atisbo de inteligencia por su parte.
Mi semblante se torna en sosiego. Luego me fundo sobre la silla de mi angosto estudio.